En vísperas del inicio de la temporada de langostino en aguas nacionales, en Mar del Plata se triplicaron los tripulantes contagiados de un mes a otro. El nuevo paro de gremios marítimos que casi no se sintió y el reclamo de los estibadores por el lucro cesante que dejan los barcos al irse a pescar al sur.
Cuando aflojen los vientos y la columna de agua detenga el vaivén que mezcla peces con mariscos, estará todo listo para que la prospección de langostino se ponga en marcha. Al menos desde la abundancia y disponibilidad del recurso, hay grandes expectativas en el sector armatorial por lograr una temporada parecida a la que regaló el 2018 con un cuarto de millón de toneladas.
Claro que en ese entonces hacía una década que se había superado la gripe aviar.. El nuevo virus y sus distintas cepas plantea desafíos nuevos que requieren de la responsabilidad de todos, como lo explicamos la semana pasada cuando desde el Ministerio de Salud reconfirmaron que las vacunas son un bien escaso que solo adquiere y distribuye el gobierno nacional.
Más allá de tener esta respuesta, insatisfactoria pero respuesta al fin, los 11 gremios marítimos y fluviales que habían decretado un paro de 48 horas la semana pasada lo volvieron a repetir en esta. Y eso que el propio Juan Navarro, el secretario de Pesca del SOMU, había dicho que de nada servía extender la medida de fuerza porque no había disponibilidad para lo que reclamaban.
Igual ahora los gremios ya sacaron a la vacuna como prioridad en esta nueva medida de fuerza. Ahora piden que los trabajadores sean considerados prioritarios para la aplicación de la vacuna y que se cumplan los protocolos de prevención en todos los puertos para lograr las garantías necesarias y puedan seguir desarrollando una actividad estratégica como personal esencial.
El uso de los términos no es casual. Para las autoridades el sector marítimo y fluvial no es considerado estratégico. Con ese argumento rechazaron la demanda de las 30 mil vacunas. “Podríamos comenzar con una primera etapa vacunando a 10, 15 mil trabajadores”, aspiró Navarro.
Con las horas, y entre una y otra medida de fuerza, los gremios avanzaron un par de casilleros. Acordaron con las autoridades elaborar una lista individual con los casos más urgentes de cada sindicato y que no hayan sido alcanzados por el plan nacional de vacunación. Esos serán los primeros en recibir la vacuna. Veremos si en los 40 días que prometieron desde Salud.
Los sindicatos repudiaron “el maltrato y abandono recibido por los tripulantes afectados por covid en diferentes puertos del país y la indiferencia e inacción de las distintas autoridades de todos los niveles”.
Un argumento que puede ser válido en cualquier puerto patagónico pero no en Mar del Plata, donde siempre se ha permitido a los barcos amarrar en el muelle y desembarcar a los tripulantes contagiados para que reciban asistencia médica y luego cumplir el aislamiento en hoteles o, si el trabajador es oriundo de la ciudad, en su domicilio.
No sé en cuántos puertos los estibadores se testean con la asiduidad que lo realizan en Mar del Plata, antes de cada ingreso a trabajar en el muelle. Que haya testeos y un trato humanitario que brilla por su ausencia en el sur, no quita que no se produzcan contagios ni que haya cosas por mejorar.
En la reunión multisectorial que promovió el Consorcio para aplicar esos ajustes, sorprendió la reseña del power point que compartieron con el auditorio virtual. En los primeros 23 días de mayo ya se habían registrado 87 tripulantes contagiados. En los 30 días de abril habían sido apenas 32. Y eso que no contaron los primeros 3 positivos que arrojó el Porto Belo I cuando el viernes 14 de mayo llegó a puerto. No se activó el protocolo porque nadie tenía síntomas en ese momento.
La ola de contagios se repele con respeto a los protocolos y sentido común. Ni siquiera se aclaró en la reunión que los contactos estrechos deben cumplir el aislamiento y no pueden salir como marineros aunque tengan el hisopado negativo.
Esos 87 contagiados puso en aislamiento a muchísimos más trabajadores. A algunos armadores les cuesta encontrar gente disponible para subir al barco. El que no esta aislado por contacto estrecho es positivo y quien no, busca embarcar en los fresqueros de altura que se van al sur para pescar langostino.
Igual esta segunda medida de fuerza tuvo dispar acatamiento. Al menos ayer miércoles hubo servicio de remolcadores para que pudiera salir el “Punta Loyola” el petrolero que amarra en la posta de inflamables, cada vez más comprometida por la falta de calado, sobre la escollera sur.
“Venimos de recorrer los muelles y en aquellos barcos donde se estaba trabajando se cortó todo”, se escucha en un audio compartido en un grupo de marineros de un dirigente del SOMU Mar del Plata. Los dirigentes sindicales se levantan tarde. Y no deben haber pasado por el muelle 10 donde las tareas nunca se interrumpieron.
“Es todo muy impredecibles… yo ya me perdí si hay paro, confinamiento, feriado o estado de sitio”, contaba un armador después del mediodía, mientras controlaba las tareas finales en cubierta. Ya superó la inspección de Prefectura y tiene todo listo para sumarse a la migración de fresqueros a la Patagonia en busca del langostino.
Después del zoom siguieron las charlas telefónicas. La idea es consensuar un documento entre todos, dirigido al Gobernador bonaerense para reiterar el pedido de las vacunas para el personal marítimo. Otro gesto para mantener el tema sobre la agenda pública, llegan las dosis y se refuerzan los protocolos.
Mientras algunos marineros pedían el nuevo valor del cajón de langostino, todo incluido, gris oscuro, que regirá para la zafra 2021, y los armadores comentaban la presencia de Solimeno en la lista de los millonarios que le hicieron juicio a la AFIP al negarse a pagar el impuesto a las grandes fortunas, en los muelles los estibadores comenzaron con la serenata de lamentos por la inminente caída de trabajo.
Si son, como dicen, más de 60 los barcos que abandonarán Mar del Plata por unos meses, hacer una cuenta simple, multiplicar por 2 mil cajones promedio, implica comprobar el impacto que genera en la actividad.
La migración al sur no es nueva. Ocurre desde hace más de cinco temporadas y acá se capea como se puede. Los frigoríficos que se quedaban sin merluza ahora tratan de compensar con langostino. Pero el marisco llega en camión.
Nunca el SUPA había pedido una compensación por el lucro cesante. Aducen costos fijos altísimos, seguros, servicio sanitario, habilitaciones, que se deben afrontar para mantener en pie el servicio. A algunos armadores les gustaría que ese registro se abra para que haya mayor competencia.
Aunque pueda sonar válido el pedido de las empresas de servicios que se encargan de la descarga de la flota migrante, que alguien atienda la demanda serí una quimera más lejana que las vacunas para los tripulantes.