Las palabras de Augusto Costa refiriendo no saber todavía el nombre de quien reemplazará a Martin Merlini en la presidencia del Consorcio causaron preocupación en una comunidad portuaria que no advierte signos vitales en despachos oficiales que tomen dimensión de lo que ocurre en la actividad.
Y no porque hayan pasado casi 100 días de la asunción de las nuevas autoridades y todavía la gestión Kiciloff no completó el casillero referido a la autoridad portuaria. De hecho, la administración Vidal designó a Merlini casi 4 meses después de haber asumido, los primeros días de abril.
Lo que descoloca a los actores principales de la industria es la apatía generalizada para, siquiera, mostrar alguna interés por lo que ocurre en los eslabones de la cadena fresquera, que ha perdido más de 400 puestos de trabajo en lo que va del año. La naturalización del sangrado
“Los otros eran malos pero por lo menos venían a poner la cara seguido; estos ni siquiera eso”, confesó un dirigente empresario tras la visita del Ministro de la Producción por estas playas durante el feriado de Carnaval, oportunidad en que calificó a la temporada como “excelente”. Los otros también devaluaron el peso cuatro veces su valor en cuatro años, claro.
Costa no volvió al puerto desde aquel sábado caluroso de diciembre cuando la sala del Directorio quedó chica para la nutrida lista de ansiosos por conocerlo y presentarse. En esa comitiva estuvo Carlos Sepúlveda, empresario de la estiba y peronista de padrinos variados. Será el ex miembro del Directorio nuevo funcionario bonaerense en el área Pesca? Ya veremos.
Desde aquella visita protocolar de Costa, con la suba de retenciones aún fresca, la actividad pesquera no paró de hilvanar números en rojo que no hacen otra cosa que mostrar la parálisis que atraviesa al sector, la falta de estímulos para apostar a la producción. «Ya vamos a volver con algún anuncio importante», dijeron allegados a Costa. Un canto a la ambigüedad.
La colección de postales del apocalipsis se integra con la rebaja de descargas. Las capturas en enero se redujeron casi un 50% en relación al primer mes del 2019. Pasamos de 15 mil a 10 mil toneladas, de las cuales mucho fue calamar congelado que de la bodega pasó al contenedor. Las exportaciones en enero se redujeron casi un 27% según cifras del INDEC, que divulgó el portal Pescare y no llegaron a los 130 millones de dólares.
Cerraron 4 plantas de reproceso de pescado fresco, Caputo redujo personal, siguió bajando el precio internacional del filet de merluza, el coronavirus frena las compras de China y de los países desarrollados de Europa, el principal destino de las exportaciones pesqueras.
Aumentó la presión impositiva y las lanchas amarillas hace más de dos semanas que no salen de la banquina. A la pesca su aporte es insignificante pero vale como símbolo. A nadie parece importarte y el silencio es el idioma oficial.
Ahora que mejoró el tiempo quizás Prefectura prorroga el plazo por otros 180 días para que las lanchas se ajusten a las nuevas normas de seguridad y sumen la segunda balsa. Los pescadores no la incorporarán, ya avisaron. En Prefectura no se les ocurre ajustar la norma y excluirlos. Solo sumar más prorrogas. Ya van por la cuarta.
Desde la Provincia solo ofrecen lineas de financiamiento a tasas subsidiadas y creen que inventan la pólvora. Es mucho más fácil financiar que generar competitividad reduciendo impuestos, fomentando el trabajo en tierra y el agregado de valor, que permitiría exportar más y por ende, engordar los impuestos. Parece sencillo y ciencia ficción a la vez.
Lo único positivo en estas semanas fue el crecimiento en las descargas de calamar que registró Mar del Plata. El puerto local volvió a encabezar los desembarques del illex por sobre Puerto Deseado, la terminal portuaria más próxima a la zona de pesca. La flota pierde días de pesca y consume más combustible pero compensa con la capacidad y velocidad de trabajo en los muelles marplatenses.
Todo un fenómeno a pesar de las trabas que pone Merlini al desarrollo del servicio logístico. El Presidente del Consorcio mandó barcos poteros a la Escollera Norte y la operatoria demandó hacer 200 viajes por la Base Naval hasta la plazoleta de contenedores. A los barcos que exportan por Buenos Aires los mandó al muelle de ultramar, a 20 metros de los contenedores de TC2, para salir derecho por el acceso a las terminales.
Los dichos de Augusto Costa no solo generaron perplejidad puertas afuera sino ruido hacia adentro. Y le da de comer a quienes sostienen que la relación con Fernanda Raverta no atraviesa su mejor momento y que el Ministro evalúa otras alternativas para el sillón de Presidente que Gabriel Felizia.
Felizia es el hombre elegido por la Ministra de Desarrollo Social para el puesto. Alfonsinista de la corriente que lidera Leopoldo Moreau, colaborador del casinero Chucho Paez y con pasado como secretario del Bloque en el Consejo Deliberante, deshoja la margarita a la espera de la designación.
Para colmo Raverta no estuvo en el balneario de La Perla para acompañar al Ministro y poder regalarle al aspirante alguna certeza. Por ahora solo ocuparon el Consorcio de Bahía Blanca con el ex basquetbolista Federico Susbieles, premio consuelo tras haber perdido la elección por la Intendencia.
En declaraciones a 0223, Costa reconoció que la mayor parte de los puertos bonaerenses tiene problemas por falta de inversión por lo que desde su cartera “estamos trabajando en un Plan Portuario Integral para generar más empleo”.
Si desean fervientemente “poner a la provincia en marcha”, el lei motiv de Costa en sus redes sociales, con un poco de reflejos para que la actividad pesquera deje de perderlos, por ahora alcanza. No hay Provincia en marcha con una pesca fresquera retraída a su máxima expresión. Las consecuencias quedan a la vista..