Lo único novedoso que tuvo la visita de Axel Kicillof al puerto de Mar del Plata fue la puesta en escena que se montó para que el Gobernador bonaerense pudiera ver en vivo y en directo lo que Gabriel Felizia le transmitía en palabras.
“La fuerza del trabajo” cristalizadas en un par de obras “importantes” como las cloacas en el muelle Deyacobbi, la iluminación en el muelle 10, el desalojo de media docena de chatarras flotantes de los muelles y la revitalización de una industria como la naval cuyo brote verde enfrenta graves problemas para acceder a insumos vitales que le generan pérdida de competitividad e incremento de ineficiencia.
Trascendentales en un puerto que pasa absolutamente desapercibido en el tablero portuario bonaerense, ahora digitalizado y modernizado, pero tiene la vidriera del verano, los turistas y siempre sirve mostrarlo como una herramienta dinamizadora de la inversión y el empleo, más allá de los claroscuros, de la dependencia casi exclusiva a la temporada de calamar, a la ausencia de grandes inversiones en infraestructura y a la poca actividad en la mayoría de los muelles.
Como muestra basta un botón: Los 270 metros de la Escollera Norte se activan medianamente en época de zafra de calamar, el resto del año cuando no es una playa de estacionamiento es un taller flotante, en la sección décima del muelle 2 sigue el Stella Maris ocupando espacio en muelle en plena tareas de reparaciones.
En un puerto más o menos serio esa puesta en valor que ya lleva más de un semestre y promete extenderse a lo largo de todo el 2023, podría realizarse en un área secundaria, lejos de la demanda diaria de espacio.
Pero en Mar del Plata nadie demanda espacio porque no pasa nada. Y los que demandan, como el proyecto para quedarse con parte del muelle 2, reciben solo promesas. Pototo puede darse el lujo de tener un barco de 70 metros amarrado 18 meses en un muelle privilegiado, a 40 metros del acceso a las terminales 2 y 3.
En Mar del Plata ya funciona un taller naval flotante en la Escollera Norte. Pero Moscuzza es el dueño de la Décima, es “su” lugar en el puerto y de ahí no lo mueve nadie. Las autoridades portuarias pasan, José se queda. Y después dicen que el muelle no esta privatizado, que risa…
Volvamos a Axel y su embarque en la lancha de paseo por el espejo interior del puerto. Una decisión original que rompió el molde de esas visitas guiadas y apuradas por escenografías portuarias y discursos de ocasión.
Bueno, difícil escapar a los discursos de ocasión cuando no se han podido resolver varios de los problemas de fondo que tiene el puerto local, cuando los astilleros siguen esperando el cambio de esquema como permisionarios desde hace más de un año, cuando de la carga que genera la pesca el 80% sigue saliendo por la Autovía hacia terminales porteñas, cuando no hay políticas portuarias para revertir la tendencia.
Hoy ese fenómeno se acentuó con la caída de ventas que evidencia la pesca y ya puso en riesgo la presencia permanente del buque de portacontenedores porque la ecuación comercial no se sostiene con 25 contenedores por escala. Ante esta realidad la autoridad portuaria solo emite promesas que consume hojas en el calendario desde antes de las elecciones de medio término. Nadie apuesta que haya novedades antes que Feliziia abandone el cargo. Otra oportunidad perdida.
Antes del brindis de fin de año, el Presidente del Consorcio anticipó que realizarín un estudio de factibilidad de cargas sobre el muelle 2 para determinar la tolerancia a grúas móviles o de pórtico.
Por qué comienzan a despejar incógnitas en un tema supuestamente prioritario de la gestión cuando les quedan 11 meses de gestión, es un misterio como el del Merendero Arco Iris, al que le dieron el estacionamiento frente al Club Náutico, que de voluntario tiene poco y nada.
Sirvió sí la visita de Axel para enterarnos que el muelle 3 parece un área destinada a la exploración off shore. Muy bien, ahora, y si bien falta tiempo para que esa industria comience a caminar, dónde pondrán todos los barcos que hoy decoran las secciones 12 y 13 es otro gran interrogante.
No tiraron tampoco la galería de los silos como habían anticipado, hoy epicentro del puerto recreativo y artístico a cielo abierto. ¿El negocio de los trapitos también es en beneficio del merendero?
En el Consorcio sostienen que en el muelle 3 tenían una interdicción por la causa de los barros contaminados que parece no lo estaban, del dragado 2017 y por eso no podían avanzar. Ese fallo se revirtió y ahora preparan el terreno para la exploración off shore
Pensar en el muelle 9 para descomprimir espacio es abrazarse a un cuento de ciencia ficción que a esta altura pocos creen, aunque formó parte del relato construido para el Gobernador. El ajuste que impone el FMI corre del tablero obras que demanden el financiamiento del propio Estado aunque sea con fondos de los jubilados.
Y el operativo desguace viene lento. Como si le costara despegar después de los casi 40 meses que pasaron desde el anuncio de Merlini hasta la nueva adenda que logró acordar Felicia con la Armada. El “Magritte” parece resistirse a pasar a la intangibilidad y la batea todavía genera esfuerzos en el varadero de la base mientras precalienta el “Don Luciano”, la chatarra de la que se hizo cargo Moscuzza cuando compró su permiso para ampliar la cuota de sus nuevos buques.
“Pudimos mostrarle al Gobernador y a sus ministros lo que venimos haciendo en estos últimos dos años y medio que nos permitieron, con inversiones y apoyo del Estado nacional y provincial, darle mejores condiciones a todos los protagonistas de la maquinaria productiva de nuestro puerto”, explicó Felizia.
La ayuda de Nación pudo haber estado para afrontar parte de la obra de dragado. Lo demás brilla por su ausencia. El 2 de marzo del año pasado, casi 11 meses atrás, se anunció la inversión de más de 350 millones de pesos argentinos para realizar obras de infraestructura en el Puerto.
El dinero provenía de un fondo nacional de fortalecimiento para puertos bonaerenses que destinaba 247.1 millones para la compra de defensas, 53.8 millones para pavimento de la zona industrial, 22 millones a la reparación de la escollera norte, 9.4 millones al recambio del alumbrado público y 10.3 millones para carteles.
Ni un peso llegó hasta el momento del monto anunciado como para comenzar con los llamados a licitación que, inflación mediante, alcanzará para comprar la mitad de las cosas.
Pero se sacan fotos, pasean y dicen que apuestan e invierten.