El próximo 24 de octubre vence el último plazo para que los armadores pesqueros terminen de incorporar de manera obligatoria los trajes de supervivencia para cada tripulante. La resolución de Prefectura salió a correr de atrás la ola dolorosa que generó el naufragio del Rigel, ya no se sabe si en la noche del viernes 8 como señala la pericia sobre la radio baliza que realizó al Armada, o en la madrugada del 9, tal como informó al propia Prefectura que ahora debe controlar la disponibilidad de trajes a bordo.
“Trajes de inmersión, uso y mantenimiento” se llama el taller que promueve para este jueves en la Escuela Nacional de Pesca la Asociación de Embarcaciones de Pesca Costera con financiamiento de la Subsecretaría de Pesca.
En el encuentro, especialistas de la propia Prefectura y la Escuela brindarán “Técnicas de Supervivencia”. Capacitar a los tripulantes para que puedan ponerse el traje en medio de un temporal, con olas de 10 metros dentro del rancho, es una misión casi tan difícil como conseguir todas las plazas necesarias desde el exterior. La industria nacional no disponía de trajes suficientes para cumplir con la exigencia de Prefectura.
Juan Manuel Bosch en persona participará de la apertura del seminario. El funcionario llega en un momento especial a Mar del Plata donde en las últimas semanas ha dejado una larga fila de heridos y lastimados.
Por un lado aparecen los inspectores del Distrito Pesca junto con algunos administrativos, a los que no se les renovó el contrato el mes pasado. Ahora hay nuevo Jefe, un tal Canales, con pocos antecedentes en materia de control pesquero que responde a Mauricio Remes Lenicov, el director de Control y Fiscalización, ascendido por esta administración cuando deberían haberlo denunciado por sostener una caja millonaria en Mar del Plata que se alimentó con la subdeclaración de merluza hubbsi para estirar las CITC, las cuotas de captura.
En el muelle los rumores corren a velocidad luz, y no la que falta en el espejo interior para que puedan operar de noche los portacontenedores. Esos corrillos señalan que el Jefe desembarcó con una sola orden: liberar a los barcos de Moscuzza del engorroso proceso de control y fiscalización por parte de los inspectores que quedaron a salvo de la guadaña del recorte.
El próspero presente del “José Américo”, abona con tierra fértil la teoría “laissez faire, laissez passer”; Dejar hacer, dejar pasar: el resumen de la doctrina fisiocrática francesa en el siglo XVIII, aplicada a la flota de Pototo.
Bosch negó ayer que en la agenda de trabajo a desarrollar en Mar del Plata figurasen los factores de conversión para la flota congeladora. Los “coeficientes”, como se resume en el sector, es un tema sensible.
Es la relación entre los kilos de pescado entero que ingresa para ser procesado a bordo por máquinas automáticas, y el producto final. Cada uno de los buques factoría tiene su coeficiente y el “factor” ha tenido distintos métodos para ser alcanzado, siendo el conformado por el INIDEP el que mejor reflejaba la situación.
Desde la década pasada los maneja la propia Subsecretaría de Pesca y los coeficientes han sido más bondadosos para los empresarios. Y el año que viene hay elecciones.
Los 13 tripulantes del fresquero “María Gloria” de la empresa Cayo Largo forman otro grupo deseoso de encontrarse mañana con Bosch para pedirle algunas explicaciones. El barco fue parado por 30 días el mes pasado y se le aplicó una multa de 120 mil pesos por, supuestamente, negarse a pesar una carga de 1200 cajones de langostino en octubre del 2017.
Lo curioso de la historia es que Remes, por instrucciones de Bosch, sancionó al fresquero marplatense por cometer una falta tipificada en el artículo 1° de la resolución 408/2003. Dicha norma establece que todos los buques deberán desembarcar sus capturas en forma clasificada de modo tal que las cajas, cajones o equivalentes no contengan más de una especie o producto en forma simultánea. Nada dice de no registrar el peso o negarse a hacerlo, como dicen en Pesca.
Eduardo “Carpincho” García, el armador del “María Gloria” expuso la arbitrariedad esta semana en Revista Puerto. “Descargué una sola especie, langostino. Ellos tienen que tener balanza para pesar y no la tenían. No cometí ninguna infracción”, dijo el empresario, quien se negó a allanarse para pagar la multa y que la suspensión del despacho a pesca se reduzca solo a 15 días.
El barco es una unidad de producción que no factura cuando esta parada. El circuito perverso diagramado por Bosch y Remes tiene un claro objetivo: castigar a quien intenta rebelarse a la extorsión de fiscalizaciones extemporáneas.
García no será menos millonario por perder 30 días de pesca en uno de los tres barcos que tiene. Los platos rotos lo pagan los 13 tripulantes del “María Gloria” que se quedaron sin chances de seguir trabajando por una medida que asoma caprichosa.
Foto: Pescare