Con el cierre de la temporada de langostino en aguas nacionales, para casi todos porque los tangoneros podrán seguir pescando 10 días más, como para demostrar por si hacía falta otro botón de muestra, que no todos tienen el mismo peso en el Consejo Federal Pesquero, el 2018 parece haber concluido para la industria pesquera.
Quedarán un par de datos anecdóticos por revelar. Como la cantidad de cuota de merluza que terminarán de devolver los barcos fresqueros que participaron de la zafra, cuántas de esas toneladas del fondo de reasignación irán a parar a las bodegas de los barcos congeladores que en los primeros nueve meses del año llevan un 20% menos de capturas que en relación al mismo período del año anterior.
En ese cuadro los que también muestran números negativos son los fresqueros -5% (152 mil toneladas) y costeros -7% (90 mil toneladas). Las menores capturas quedan camufladas con mayor rentabilidad de la mega devaluación y el aumento de los precios de los principales productos.
Entre las flotas con números en verde asoman los poteros que tuvieron una mejor temporada de calamar, los barquitos de rada/ría que mejoraron más de un 10% y alcanzaron las 24 mil toneladas a partir de la faena de langostino en cercanías a Rawson y los tangoneros congeladores que con el aporte significativo del “José Américo”, crecieron un 2,5% (89 mil toneladas).
El epílogo del año transcurrirá entre el pedido de subsidios por parte de estibadores y obreros del pescado a las autoridades provinciales y nacionales. Las casi 40 mil toneladas menos que recibió Mar del Plata entre enero y septiembre se sintieron especialmente en estos dos sectores, esparciendo inactividad en los muelles y garantía horaria en los frigoríficos.
También serán días en que cobre ímpetu la interna ficticia que representa el recambio de los miembros del Directorio del Consorcio Portuario. Al menos desde lo formal porque el mandato de los 10 directores venció ayer miércoles y en la carrera, como ocurre siempre, se han anotado varios más que las sillas disponibles.
Claro que no faltan los que, rendidos ante la evidencia del fracaso de la gestión Merlini, ni se han molestado por solicitar el registro libre de inhibiciones y los antecedentes penales como para que la Gobernadora/Aicega/Merlini decidan a los más potables para acompañar, como testigos privilegiados, el desmoronamiento de la gestión.
El Directorio a fin de cuentas, sin importar quién lo integre, lucirá como una figura intrascendente, a tono con un puerto abandonado a su suerte. Un bien escaso como ha dejado exhibir la auditoría extraordinaria de Prefectura que lo mandó a la B.
En las próximas semanas también será el epílogo de la Omvac 10 en su obra de repaso de la boca y espejo interior del puerto por más de 70 millones de pesos. Ojalá regale una terminal operativo las 24 horas, aunque para eso todavía falta que profundice el muelle de las secciones octava y novena en el muelle de ultramar.
Los que vienen serán días propicios para el desembarque de Marcelo Lobbosco al INIDEP después de su gestión extraordinariamente olvidable al frente de la Subsecretaría de Actividades Portuarias, donde su intento de activar una nueva ley de puertos no pasó de la mesa de entradas de la Comisión de Intereses Marítimos de la Cámara de Diputados.
Pablo Trueba, del otro lado de la grieta en que se ubica Otto Whôler, el Director de ideología versátil, anticipó que el ex Marino llegaba a la Escollera Norte como Interventor. Por lo pronto algunos investigadores nucleados en ATE cuestionaron el inminente nombramiento. A Otto le gusta mucho todo esto.
Que muchos están pensando en el 2019 quedó más que claro tras la visita de Miguel Tezanos Pinto por el puerto la semana pasada. Los armadores le pidieron al representante bonaerense en el Consejo Federal Pesquero que pida cuota social de langostino para la flota local. El argumento es generar el trabajo que falta justamente por la migración de la flota a la Patagonia.
La cuota social que el CFP le dio a Chubut y Santa Cruz como compensación por la clausura de un Golfo San Jorge donde nadie pescaba hace varios años -ni generaban trabajo en tierra porque todo era pescado por tangoneros-, y para aprobar el ingreso del “José Américo” a la pesquería, terminó en barcos fresqueros locales sin permiso para el marisco que agudizó la crisis laboral en la ciudad.
Ahora el argumento es que ese langostino se descargaría en Mar del Plata, algo que va a contramano de la rentabilidad de los armadores. Pero con tal de abrir esa puerta, todas las promesas son válidas. Incluso gastar 9 mil litros más de combustible por marea para traer el langostino a nuestro puerto.
Tezanos se sorprendió por la calidad de langostino que se procesaba en los frigoríficos locales y que llegan en camión refrigerado desde el sur. Quizás ese sea el camino elegido para despertar el trabajo en tierra. Claro que los estibadores parecen condenados a seguir pidiendo ayuda a la gobernadora.
Otros en cambio andan tras los pasos del tangonero de “Pototo” para ingresar a la bonanza del langostino. Antonio Solimeno es el primero en transitar ese camino. El experto en nototenias ya le puso tangones al “Rasmus Esffersoe”, un pesquero de 47,70 de eslora máxima total y 44 metros de eslora de arqueo, el nuevo parámetro usado para blanquear al “José Américo”, y que el barco de Tony se excede por un par de metros.
El 2019 ya comenzó y nadie quiere quedarse afuera del paraíso naranja, el único que importa en la industria pesquera nacional.
A pocos les importa si el langostino puede soportar que se siga incrementando todos los años la cantidad de barcos que lo pescan. Algo parecido ocurrió con la merluza en los ´90 con la triangulación de permisos y el crecimiento desmedido del esfuerzo pesquero. Y sabemos cómo terminó esa historia.