Jugando de visitante en Puerto Madryn y consustanciado con el cuidado del medio ambiente, fruto de las ponencias desarrolladas en el Taller de Buenas Prácticas Pesqueras y la nueva normativa referida al marcado de aparejos y la obligatoriedad de hacer una auditoría sobre los cajones antes y después de regresar a zona de pesca, el Consejo Federal Pesquero se aprestaba al cierre de esta columna definir la fecha de apertura de la prospección de langostino en aguas nacionales dentro de la zona de veda permanente de juveniles de merluza.
Al menos uno de sus integrantes pareció mayor contagiado de conservadorismo ambiental. Jugando de local, Adrián Awstin, fiel a su costumbre, salió al centro de escena y fue dueño de algunas declaraciones, por lo menos curiosas, cuando hizo referencia a la certificación de la pesquería de langostino.
“Chubut fue pionera en empezar a trabajar en la certificación del langostino, aún estamos a mitad de camino. Esto demanda tiempo y mucho trabajo. Tal vez con la vorágine que tiene las zafras de langostino, no permite que las autoridades estén siempre al pie del cañón como solicitan los certificadores, no obstante, ha habido avances y estamos más cerca”, puntualizó “Chuchi” en declaraciones a Revista Puerto.
Al menos la certificación de la pesquería en aguas provinciales viene más lenta de lo que el representante de Chubut dijo. Y es responsabilidad exclusiva de la administración pesquera provincial que no aporta los datos científicos de lo que ocurre en la temporada estival.
Aunque no formó parte del acta, la falta de interacción provincia/nación quedó otra vez en evidencia la semana pasada en el marco de la reunión de la Comisión de Seguimiento. Científicos del INIDEP mencionaron que no hubo un solo parte durante la sobreabundante zafra de lo acontecido en referencia al by catch de merluza. Y no son los únicos que ya se lo han dicho. CeDePesca, que participa del proceso, lo ha reclamado en su momento
En aguas nacionales los investigadores calcularon 35 mil toneladas, sobre todo en las últimas semanas de temporada. Chubut es un gran misterio y durante buena parte de marzo los rendimientos fueron flojos. Nada se sabe del descarte y esa renuencia a compartir información es lo que traba el proceso de certificación.
Volvamos a la prospección… Una fecha que tenía varios adeptos era iniciarla el sábado 19 de mayo, como para dar tiempo a que todos los Observadores puedan embarcarse. La nómina de inscriptos al relevamiento ya es más amplia que los indignados con el arbitraje de Herrera. Ojalá el azar seleccione a los mejores barcos para evaluar las subáreas al sur del 45ºS. ¿Los que hicieron lo que quisieron en la prospección de abadejo pueden participar?
La nueva Resolución 4 que Pesca alumbró esta semana va a tono con esa preocupación oficial por mitigar los efectos nocivos que genera la actividad en el medio ambiente marino. Que su obligatoriedad entre en vigencia recién dentro de un año deja a todas esas buenas intenciones a mitad de camino.
Si la gran mayoría de todos los portones y boyas están marcados. Más que por una preocupación ambiental, por motivos económicos. Quien los pierde los quiere recuperar y el que lo encuentra, lo cobra. Habrá que ver qué pasa cuando encuentren alguna red con calcetín si lo informan en el parte de pesca electrónico. Un año en este país es un siglo.
El inventario de cajones es la única atribución que puede tomar la Subsecretaría para abordar el problema. Por ahora resulta más fácil anunciar sanciones para los barcos que los pierdan, como hizo el senador Nacho Torres, que elaborar algún plan de limpieza de playas donde las corrientes marinas los acumulan. Financiada por el sector pesquero, claro está.
A diferencia de los aparejos, por suerte los cajones flotan y terminan en la orilla. Las fotos que circularon en estos tiempos de fauna marina conviviendo con restos plásticos generan un fuerte impacto en la opinión pública. Pero también delata que nunca nadie intervino para retirarlos. Los había blancos que usaba Alpesca, unos rojos de Moscuzza, otros celestes… Hace años que el negro los unifica a casi todos.
Así como se ha venido trabajando en estos años para mejorar el cuidado de la captura a bordo en la flota fresquera, será necesario también fijar algunas pautas para mitigar la pérdida de cajones. De eso hablaron los referentes sindicales con Liberman la semana pasada (foto).
Nadie sale a perder cajones porque implica dinero y menos ingresos para los propios marineros porque no se completan con pescado o marisco. El contexto es difícil… Los barcos trabajan en un mar salvaje y las tripulaciones suelen enfrentar crudos temporales con cierta periodicidad. “Es normal que alguno se pierda, pero todos podemos poner más cuidado en que sean los menos posibles”, confió un dirigente que participó del encuentro.
En el resto de lo cotidiano sobresalen un par de cosas acá y allá. La queja con el Galicia de algunos frigoríficos habilitados para recibir el dólar pesca, por el tiempo que demoran en transferir los fondos a la cuenta corriente. En algunos caos, hasta más de cinco días… si tiene manubrio, cadena y pedales, es una hermosa bicicleta.
El regreso de Hamburg Sud a Mar del Plata fue un paso adelante para ampliar la oferta que puede subir al feeder de Maersk aunque resta mucho todavía por hacer. La propia naviera que mandó a la plazoleta de TC2 los contenedores de vieira de Wanchese para que salgan en el “Madrid Trader”, antes que llegue el buque mandó por camión la carga de la bodega del congelador de Glaciar Pesquera. Maravilloso.
El principio de acuerdo de la flota de Rawson con los gremios marítimos para el reajuste salarial debería generar preocupación en las conserveras locales. Garantizada la pesca de langostino en temporada de nación, hoy no sobran estímulos para que la flota salga a pescar anchoa para las fábricas marplatenses.
El SOMU igual no terminó de acordar los valores para merluza y anchoa aunque se plegó a la conciliación. Pero el precio tentativo de 200 pesos por kilo que manejan en estas playas no conmueve a nadie en Playa Unión.
Los puntos en contra: desarmar las cintas de langostino, la suma de los costos de estiba y flete, el riesgo latente de romper algo o perder un equipo, pesan más que el margen de rentabilidad que podrían obtener por un mes de trabajo. Porque en el escenario que imaginan se ven pescando otra vez langostino en poco más de un mes.
Como las palabras de Awstin con la certificación, la idea remanida en otros discursos públicos y privados de lograr la diversificación de capturas y romper la dependencia del langostino en tierras chubutenses es fácil de decir. Lo difícil es llevarla a la práctica.