Las promesas de Mauricio Macri, esas de bajar la inflación, terminar con la pobreza y generar empleos de calidad, con las que desembarcó en la Casa Rosada hace casi 47 meses, no fueron las únicas.
“Vamos a terminar con las mafias en la pesca”, fue sin dudas, una de la que tuvo más alto voltaje en la industria. La formuló en junio del 2018 en medio de una de las mesas de competitividad pesquera que animó en un INIDEP a cuyo personal le habían dado asueto para evitar manifestaciones críticas de los investigadores.
Sentado en la misma mesa que el Presidente estaba José Moscuzza, armador e industrial pesquero, uno de los más importantes de la actividad. Al escuchar a su amigo Mauricio, “Pototo” posiblemente haya asentido con su cabeza. A pocos metros, Oscar Fortunato, su empleado en el Consejo Federal Pesquero, pudo haber hecho lo mismo.
Macri no solo no terminó con la pobreza y la inflación sino que las aumentó a niveles intolerantes, no bajó el desempleo y lo único que creció fue el endeudamiento y la fuga de capitales.
Y no, no combatió a ninguna mafia enquistada en la industria pesquera. No solo no la combatió sino que fomentó su concentración y crecimiento como en el caso de Moscuzza, a niveles que costará mensurar.
“Pototo” introdujo 3 barcos nuevos en la gestión del presidente que iba a combatir las mafias de la pesca. El “José Américo” en realidad tiene un nexo con la administración anterior. En una de las últimas actas del Consejo Federal Pesquero se le habilitó un permiso de pesca absolutamente turbio.
Moscuzza hizo magia. De un fresquero abandonado y un potero obtuvo un tangonero con más de 700 toneladas de langostino que terminaron, el año pasado, siendo más de 2400. Pero lo más grosero vino después, cuando llegó el “José Américo” de Armón, y sus 47 metros de eslora total no era compatible con las medidas escritas en el proyecto pesquero que le dio origen a la reformulación del permiso.
Ese barco es ilegal desde ese momento. Después cambiaron algunas reglas de un plan de manejo cuyo éxito se respaldaba en 30 años de vigencia, para hacerlo entrar por la ventana. No fue el único en estos años de reformulaciones dibujadas a petición e intereses del mejor postor, pero sí el más obsceno que hasta generó una jurisprudencia peligrosa: cuota social de langostino para Chubut y Santa Cruz por levantar la manito al momento de votar el desaguisado.
El “barco del Presidente”, como se lo conocía por esos días, no generó impugnaciones de las autoridades pesqueras.. Si de Francisco Di Leva, el representante bonaerense en el Consejo Federal Pesquero decidió no avalar la trampa y dio un paso al costado.
Hoy ese lugar lo ocupa Miguel Tezanos Pinto, el segundo de Sarquis en el Ministerio de Agroindustria. Hombre de campo enseguida cayó rendido a los encantos de Moscuzza, al punto de acompañar a Bosch a Vigo y contemplar las gradas de Armón, el astillero que construye las joyas de Pototo.
Tan impune, tan protegido, tan seguro se siente Moscuzza bajo la administración Macri que ordenó construir dos barcos más, gemelos al “José Américo”, es decir, que miden 47 metros de eslora total cuando el límite para poder ingresar a la pesquería de langostino son 40 metros.
El “Graciela I” reemplazará al “Graciela”, un fresquero que ahora sumará tangones y un poder de pesca colosal. Podrá guardar en bodega más de 5 mil cajones con langostino bien acondicionado.
Todavía no había llegado al puerto porteño y Bosch ya lo había autorizado de manera provisoria a incorporarse a la matrícula nacional hasta marzo del año que viene, en que debe corroborar los datos y medidas del buque. El permiso de pesca dice que mide 39,95 metros de eslora de arqueo. Una mentira grande como el propio barco.
Bosch no solo firma mentiras sino que parece que también las cree. El subsecretario de Pesca esta en Beijin participando de la XI Reunión del Subcomité de Pesca Chino-Argentino. La novedad es que los chinos se comprometen a posicionar su flota de ultramar a una milla del límite de la zona económica exclusiva Argentina. Seguirán pescando nuestro calamar, pero a cierta distancia, como si fuera menos ilegal pescar en el borde.
Mientras Moscuzza aumenta su poder de pesca de manera tan colosal como tramposa, otros actores no la pasan tan bien. La carrera plagada de obstáculos y barreras para arancelarias que dibuja el gobierno de Bolsonaro en su frontera con Argentina impacta en la industria local, acostumbrada a tener una relación mucho más amigable con sus clientes brasileños.
Muchos industriales tratan de esquivar al principal socio del Mercosur por temor a no pasar la frontera, y mandan a otros destinos aunque en el actual contexto es difícil vender en todos lados.
Lo de la reapertura del mercado brasileño para el langostino patagónico es otro botón de muestra de un gobierno que siempre transitó un mundo paralelo, que maquillado con globos y marketing, fue mucho menos crudo que la realidad. Todo lo que sigue entrando es contrabando desde pueblos de frontera.
El ministro Etchevehere, quien formuló la novedad como un gran paso adelante para la pesquería del langostino, es el mismo que, invitado a una botadura en Contessi, valoró el aporte de la industria naval y ahora avala la rebaja de aranceles a la importación de buques pesqueros construíos en el extranjero que fomentan la industria naval española, con Moscuza a la cabeza. Todo en un mismo combo.
Otros que esperan con expectativa son los obreros del pescado, registrados bajo convenio. Al menos hasta el próximo lunes, 10 de noviembre. Aguardan que se acredite el pago de la cuarta cuota del subsidio, comprometido por el Ministerio de Trabajo. Lo mismo los precarizados que solo cosecharon promesas tras la última toma en la Delegación Provincia. Si no hay novedades volverán a la calle y la toma de dependencias públicas tendrá menos sorpresa que Macri favoreciendo a Pototo.
Foto: Revista Puerto