Mientras al 12 de febrero la estadística oficial que refleja la evolución de los desembarques pesqueros en los puertos marítimos marcaba para Mar del Plata apenas 150,1 toneladas, la misma cifra que hace 10 días atrás, hay otras cosas que sí van cambiando y despliegan nubarrones para la industria en el corto y mediano plazo.
Las víctimas del coronavirus ya se anotan en cuatro cifras y ponen un enorme signo de interrogación a la pesquería de langostino de este lado del mundo. El virus se originó en animales y luego mutó para afectar el sistema respiratorio humano.
Si los chinos comen hasta murciélagos no tendrán problemas en comer calamar al que le faltó frío en bodega. Eso ocurrió con el potero Lu Qing Yuan Yu 280 que descargó el sábado en Mar del Plata 600 toneladas a menos de -18°C cuando lo normal sería -30°C-. Sin compresor en bodega, los chinos apagaban los generales para consumir menos combustible. El modelo supermercadista de apagar heladeras para pagar menos luz, aplicado en alta mar.
Es un misterio como el capitán del barco y el agente marítimo, Sergio Merlini, lograron aprobar el libro de frío del buque ante SENASA pero lo imaginamos. Seguro no fue el mismo que confeccionó el jefe de máquinas, al que desembarcaron de oficio.
La crisis sanitaria en China parece ser más grave de lo imaginado y las primeras consecuencias para el sector exportador ya se sienten hasta en los últimos eslabones de la cadena, o el primero: los cajones de langostino fresco.
Esta semana el producto que descarga la flota costera de Rawson siguió bajando de precio y perforó los 2 dólares. “Hubo frigoríficos que pagaron 1,75 y si bien hay un compromiso, no se hasta cuándo van a comprar porque se frenaron todas las ventas”, contó un pescador de aquella flota.
Otros en cambio dudan que haya bajado tanto el precio porque no encuentran vendedores a 2,20, más gastos operativos, para reprocesar, por ejemplo, en Mar del Plata. Menos en estos días que Chubut sumó algunos obstáculos para traer cola a los frigorificos de la ciudad.
La luz roja del pedal de freno se encendió en un momento inoportuno, con los frigoríficos stockeados de langostino entero. El año pasado, hasta noviembre, se habían exportado 100 mil toneladas de ese producto. Y en las cámaras hay mucho todavía. El que no tiene 600 tiene 800 y hasta mil toneladas recibiendo frío y pocos pedidos de compra.
El año pasado el volumen de langostino exportado se redujo más que lo que bajaron las divisas generadas. Un 16% y un 13% a noviembre respectivamente. Pero lo que más se desplomó fue el precio. Un 20% menos en valores promedios de entero.
La cola conserva valores e incluso sube en algunos mercados donde se vende un producto premium, por caso Japón, Estados Unidos, Alemania, Francia e Italia. España domina las compras de entero.
China es uno de los principales compradores pero de una cola de inferior calidad. Algunos analistas creen que promoviendo el valor agregado en tierra se podría obtener un producto superior que le permita al país ampliar el volumen y las divisas del negocio. Rusia, por ejemplo, es un mercado que ha comenzado a descreer de la calidad sanitaria de camarones de cultivo y donde el langostino salvaje que exporta Argentina puede abrir un nicho interesante.
Para la cola que se envía a China el Coronavirus ha provocado un sacudón. “Las plantas de reproceso tienen a todo su personal licenciado por el virus”, advirtió Federico Angelleri, el viernes pasado en declaraciones a “Destino Puerto” por la 101.9. El Gerente de Comercialización de Pesquera Veráz reconoció que la crisis tendrá un impacto en la industria local y aventuró menos ventas a futuro.
El 1 de marzo se verían las caras Alberto Fernández y Jair Bolsonaro en la asunción del nuevo Presidente uruguayo. Además del respaldo a las negociaciones con el FMI, Ojalá que en la agenda, entre autos y trigo, pueda colarse el problema que tiene el langostino patagónico para ingresar a dicho mercado.
El poder de lobby del sector camaronero mantiene vigencia y cobró nueva forma: el sanitario que deben completar los importadores para ingresar el langostino entero. Una excusa burocrática para mantener la barrera cerrada y vedar el acceso a un mercado donde el langostino no tiene competencia y que permitiría a las empresas mover inventario.
Según se informó en las últimas horas hubo una reunión bilateral el pasado 10 de febrero donde se estableció un nuevo cronograma de trabajo conjunto para cumplir con el certificado sanitario con fecha límite del 15 de mayo. No quedan más opciones que creer, aunque con cada vez menos convicciones
En este contexto, fronteras adentro, todas las miradas están puestas en Carlos Liberman. La autoridad de aplicación debe definir en estos días si abre o mantiene cerrada un área para la pesca de langostino al norte del 41°S. Un recurso que no tiene la misma calidad que el que se pesca más al sur, pero el año pasado sirvió para que la flota marplatense tenga una previa a la temporada en aguas nacionales.
El Subsecretario de Pesca recibe llamados desde todos los puertos. En la Patagonia en Rawson no quieren que abra porque temen que una mayor oferta termine bajando los precios. Los tangoneros no lo verían mal para hacer cola en bloque y ganar liquidez.
En Mar del Plata también las aguas se dividen. Están los que quieren abrir, los que no, y los que pretenden que Nación habilite una zona adyacente a las 12 millas donde opera la flota de Rawson. La idea puede generar actividad para la flota fresquera marplatense pero debería superar una barrera altísima: contar con el aval del INIDEP.
El langostino permitiría reactivar el trabajo en tierra, adormecido por una flota fresquera que no termina de arrancar porque no hay incentivos en el horizonte. El precio de la merluza sigue más deprimida que los hinchas de Independiente.
Y en este escenario asoman algunas singularidades ligadas a la propina. O su desmadre porque ya más que propina es una parte sustanciosa del salario que reciben los marineros cuando bajan del barco.
Antes la propina era un par de pescaditos para quedar bien con la patrona o algún pariente. Algún róbalo, alguna chernia… un salmón a la pasada. Ahora ya se parece a un robo bien orquestado. Entre 30 y 50 cajones de pescado -según las comodidades del barco- que baja ya procesado.
Si se sumaban cajones y barcos, el resultado era una oferta en plaza de considerable volumen que obviamente tiraba para abajo el precio de la propia carga. Para evitar este tiro en el pie, los armadores decidieron desde hace un tiempo comprar la propina que se elabora a bordo (y seguramente no se declara ni se descuenta del cupo, a contramano de la ley)
Para que todo este movimiento se desarrolle y haya crecido a niveles extraordinarios tuvo/tiene la indispensable complicidad del cuerpo de inspectores y los jerárquicos del Distrito Pesca que sigue en manos de Ayelen Fortunato y Daniel Canales.
Ayer el Boletín Oficial designó oficialmente como director Nacional de Control y Fiscalización Pesquera a Luca Kevin Pratti, el joven con antecedentes en el Ministerio de Seguridad de Santa Cruz.
Pratti ya visitó el puerto el mes pasado. Se se presentó ante sus subordinados y planteó los ejes de la gestión, sustentada en una especie de “Tolerancia 0”. Lo hizo en la propia sede del SIMAPE, el gremio que junta los dos extremos de la mesa donde se cocina la propina: marineros e inspectores.