Gulfoof 2020 reunió entre el 16 y 20 de febrero en Dubai a más de 100 mil visitantes que tomaron contacto con cerca de 200 expositores de todo el mundo. Empresas de alimentos y bebidas que intentaron consolidar lazos comerciales con clientes del medio oriente, principalmente Emiratos Arabes, pero también llegar al mercado hindú.
Sin más apoyo que las ganas de intentar abrir nuevos mercados, Mar del Plata tuvo un representante: Traweluwn una empresa local dedicada al procesamiento y comercialización de pescados. Aspiran a colocar besugo y corvina entera como punta de lanza.
The Seafood Marketplace for North América en estas latitudes es, simplemente, la feria de Boston. Entre el 15 y 17 de marzo, el evento que atrae a los grandes compradores de productos pesqueros de de Estados Unidos y Canadá será la prueba de fuego para conocer cómo esta el mercado en un contexto singular: caída de precios, competencia del vanamei, el camarón de cultivo que puede hacer bajar un poco más el valor del langostino patagónico y el coronavirus que de epidemia en enero va camino a pandemia y a los 100 mil infectados en todo el mundo.
Lograr esquivar la China con barbijo y paralizada por el virus parece la consigna del puñado de empresarios marplatenses que participarán de la feria. Pesquera Veraz, Solimeno Frigorífico del Sud Este, por mencionar tres casos, son habituales vendedores de langostino y pescado blanco al mercado estadounidense, un logro que no es sencillo consumar pero que rinde sus frutos.
Quedó una vez más comprobado con la estadística final de las exportaciones pesqueras del 2019. Los números generales arrojaron un volumen similar al año anterior, 480 mil toneladas, un 2% menos que en el 2018, pero que generaron 1863 millones de dólares, un 13% menos que lo generado el año anterior.
Detrás de China y España, Estados Unidos es el tercer país en comprar productos del Mar Argentino, pero con una singularidad. Es el promedio de ventas más alto, es decir, son productos de alto valor agregado, principalmente langostino pelado y desvenado, IQF, en bolsas individuales. Fueron 21500 toneladas comercializadas a USA, por 141 millones de dólares, a un promedio de casi 6500 dólares la tonelada.
En el 2015 se exportaron al mismo destino 24 mil toneladas y se habían generado ventas por 135 millones de dólares. En cinco años se logró aumentar la cantidad de dólares que ingresaron al país por la venta de menos toneladas de mariscos. No es un camino sencillo, pero es por acá…
Ya hay una base, el mercado comienza a conocer la calidad del producto nacional y se podría aspirar a crecer. La rebaja en los derechos de exportación para productos con mayor valor agregado oficializados al cierre de esta edición de PdP mejora la competitividad. Ojalá sea una señal que se acompañe con otras para mejorar la actividad del empleo atado al pescado o langostino fresco.
Brasil esta en el otro extremo. Más volumen pero menos divisas. Al principal socio del Mercosur le mandamos mayormente merluza interfoliada vía camión por la frontera de Uruguayana. Compró el año pasado 32 mil toneladas, por casi 95 millones de dólares. Valor promedio: casi 3 mil dólares que lo ubican en el cuarto destino.
Cinco años antes era el mismo esquema. 30 mil toneladas por 90 millones de dólares. La diferencia quizás es que en ese momento la mayoría de la producción era pescado reprocesado en tierra. Hoy, mayormente, congelado a bordo. –
La caída de precios que revela el sector pesquero local todavía no se advierte en las ventas de diciembre pasado cuando se comercializaron casi 7 mil toneladas de filetes de merluza hubbsi y el valor promedio fue 2900 dólares. Claro que a ese valor hay que descontarle 281 dólares de los derechos de exportación.
Volviendo a Brasil, cuando asuma cabalmente como embajador, Daniel Scioli debería trabajar fundamentalmente para que se levanten las barreras al langostino patagónico. Sería otra señal para para ampliar ventas, achicar stocks y generar opciones de trabajo en Mar del Plata.
La pesca puede generar muchas opciones de trabajo sin necesidad de subdeclarar especies como ocurre ahora con la raya en puerto piojo, el muelle 10. Los limites de captura generan y su alto valor de exportación alimentan un circuito ilegal que no tiene freno y se corporiza en inspectores inescrupulosos.
Irregularidades a la vista de Ignacio Mazitelli, el nuevo director nacional de Control y Fiscalización y Ayelen Fortunato, la recepcionista de los partes de pesca digitales que envían los armadores luego de la descarga, Tan luego que a veces llega antes el parte del inspector de la descarga.
Todo en materia de administración, control y fiscalización pesquera es un gran loop con los mismos protagonistas, solo cambian las autoridades de turno que hacen la vista gorda, cuando no, reciben su cuota proporcional.
El camino para reactivar la cadena fresquera pasa por la búsqueda de nuevos mercados, se respalda con la rebaja de derechos y se fomenta con medidas que le permitan a la flota amplair su abanico de capturas.
Pero promover el trabajo restaurando el festival de partes de pesca dibujados a pedido de los armadores es un atajo ilegal que alimenta una caja redituable pero que empaña cualquier gestión que se autodefina transparente.