Mientras Carlos Liberman asegura que “la pesca de Argentina es de los argentinos”, tal vez en un tiro por elevación a Álvarez Castellanos, retroalimentando la pelea vergonzosa de Vigo, la realidad en Mar del Plata marca que algunos son más dueños que otros y quienes deben velar, controlar, fiscalizar su cuidado y el cumplimiento de la ley, son cómplices rentados que le da continuidad a la trampa y la defraudación.
Abro paréntesis… Una perla del discurso del Subsecretario en gradas de Contessi a metros del nuevo “José Luciano” y que revela que tampoco todos son iguales ante la ley. Charly destacó al armador en su rol de aprovisionador de materia prima fresca a la industria en tierra, “en la que nos brindas la posibilidad de que trabajadores de la pesca, transformen en nuestro país los recursos naturales de los 47 millones de argentinos”, reiteró.
Es curioso porque es la misma armadora del “Salvador R” que en marzo pasado durante la prospección de abadejo descartó 12 toneladas, 12 mil kilos, de merluza de cola al agua. ¿Esos no eran recursos naturales de todos los argentinos?. ¿Esa materia prima no podía dar trabajo en tierra? Ahora que tiene firma el Director Nacional, se habrá abierto un sumario por tal conducta?. Cierro paréntesis .

¿Es de todos los argentinos la merluza que sigue entrando en las narices de algunos miembros del Distrito Pesca de Mar del Plata o de algunos pocos que se benefician con la maniobra?
Para casos aislados y difíciles de controlar, como siempre han argumentado en Paseo Colón para justificar la falta de medidas, las maniobras son bastante reiteradas y conocidas. Nadie ha hecho nada hasta ahora por revertirlo. Coherencia.
Porque sigue todo igual. Un grupo de elite que responde a Marina y Butacio. Lo cierto es que atienden los cajoneros más grandes como el San Andrés Apostol y Mellino VI. La modalidad es la misma que se repite con más o menos frecuencia desde hace años: Los cajones que declaran tienen un peso irreal en el parte de pesca, cuando no hacen figurar todos los cajones que traen completos.
Es lo que exponen ahora los gremios marítimos en su puja distributiva con las patronales,. Una forma de presionar, sin ahogar, para que recalculen y se muestren mejores predispuestos.
Saben, los gremios, que más alla de los módulos y la buenas prácticas comerciales, en tierras de Marina todo se dibuja. Y refieren casos concretos… Bastante bien para no tener balanza a bordo la marea de 13 días entre el 4 y 17 del mes pasado que realizó el San Andrés Apostol. El fresquero declaró 272.340 kilos de merluza hubbsi estibadas en 8010 cajones para que resulten los 34 kilos redondos que los deja exentos de un sumario porque está dentro de un exceso tolerado.
En esos días también desembarcó el Mellino VI. La marea 17 del año duró 9 días y la misma aclaración de que los kilos son » aproximados» por la falta de balanza. Pero son un calco que el San Andrés. En este caso fueron 241.570 kilos almacenados en 7105 cajones que dieron…. sí, claro…. 34 kilos. Ni un gramo más, ni uno de menos.
Los dirigentes sindicales saben mejor que nadie que esos cajones traen 37, 38, 40 kilos. Lo dicen los maquinistas, asienten en el SOMU, donde las bases presionan por un reajuste de los básicos. Lo exponen porque les afecta la producción. Son cajones y kilos que se escapan del recibo.
Es triste y lamentable que una maniobra ilegal sea utilizada para presionar a las patronales y apurar un acuerdo que se dilata en la mesa de negociaciones. Deberían hacer la denuncia penal correspondiente.
“La cuenta es bastante sencilla”, dicen los oficiales al tiempo que aclaran que no van contra todos, sino contra los que se abusan. No aclaremos que oscurece. Ponen el caso del San Andrés Apostol. Son buenos y estiman en 4 kilos promedio por cajón el exceso. Serían 32 mil kilos de merluza que no aparecen en el radar del inspector de muelle ni de los marineros que la sudaron larga en la marea. Bueno, ellos se llevan la “propina”, que en el caso de este barco, cuentan que hacen HG.
Aclaran que es la misma empresa la que la compra y ahí sacan otra porción en negro que se carga al camión. Confiesan que las aguas de la banquina chica son transparentes al lado del remito respaldatorio con el que sale del puerto rumbo a la planta.
Sobrepeso y propina generan más de 6 millones de pesos absolutamente fuera de todo control y repartija. “Por marea”, advierte un marinero para mensurar el tenor de la maniobra. Pero trazabilidad, transparencia y coso.
Al menos ese pescado genera trabajo, que bien. Pero es mayormente precario, que mal. Pero Liberman felicita a Suárez por los controles y avisa que las multas no son con fines recaudatorios. A algunos los multan por traer de menos y a los que hacen un negocio del exceso, nada. Si esto es la coherencia no quiero ni pensar lo que sería la incoherencia.
El Distrito Pesca es el máximo responsable que estas maniobras sucedan. Mirar para otro lado con semejante tajada tiene sus beneficios en los muelles, donde Leandro Marina sigue poniendo cara de circunstancia cada vez que queda salpicado con maniobras de las que esta holgadamente al tanto.
Marina fue inspector, como ellos. Ahora es Jefe porque militar tiene premio. Mucho más ahora si lo hacías en el Frente Renovador pero suficiente para recibir la llave de la caja del Distrito que regaló Fernanda Raverta, la referente de La Cámpora por estas playas, que prefirió otras.
“La descarga del San Andrés deja 420 mil pesos en el Distrito”, dicen del otro lado de la grieta. Es que el negocio redituable tiene pocos beneficiarios y salta la bronca. Bajo la tropa del Jefe del Distrito no todos gozan de los beneficios de hacerse los boludos.
Seguirá Liberman y Suárez tolerando lo que pasa en el Distrito Pesca Mar del Plata, un territorio donde los recursos pesqueros “de los argentinos” se manipulan y camuflan al margen de la ley. Misterios en el reino de la incoherencia.