Por estas horas la novela del FAP parecería escribir un nuevo capítulo en la Legislatura de Chubut. El dictamen en comisión habilitó su tratamiento en el recinto donde se cree que el oficialismo tiene los 14 votos para derogar el canon a la flota fresquera que opera sobre el langostino.
Mientras la flota costera paralizó la actividad y volvió a una medida de fuerza agitada por los trabajadores marítimos que en unas horas se movilizarán a la legislatura, en Mar del Plata es todo expectativas de cara a las modificaciones que se introdujo al proyecto original. Se supo que quien adhiera al plan de facilidades debe renunciar a la instancia judicial que hoy le permite a algunos barcos seguir descargando en Madryn.
Por lo pronto el muelle local se benefició con parte de la flota esquivando los puertos patagónicos. Entre el 17 y el 24 de agosto se descargaron 1200 toneladas de langostino y la presencia del marisco creció casi un 40% en comparación al año pasado.
Pero no todo es la novela del FAP. En el taller de selectividad en la pesquería de langostino que se celebró el lunes en Paseo Colón con representantes de funcionarios de la Subsecretaría, todas las cámaras empresarias y los investigadores responsables del INIDEP, los científicos remarcaron con énfasis la necesidad de cuidar el recurso y pescar mejor.
Hasta ahí lo normal en una reunión multisectorial donde no si bien no es informal, tampoco deja un Acta donde leer las intervenciones de los presentes. Más que intentar corregir lo que se hace mal a bordo, los gerentes o sus enviados tratan de acceder a los datos de último momento en una pesquería cuya zona de pesca cambia todas las semanas. Pero dentro de la rutina hubo espacio para la sorpresa.
Fue cuando los investigadores pusieron sobre relieve la necesidad, entre otras cosas, que los buques tangoneros congeladores reduzcan sus descartes. Un fenómeno que no es nuevo sino que se evidencia desde hace un par de años pero que ahora parece haberse generalizado en muchos más barcos, con un impacto importante y que afecta la recuperación de la biomasa de la pesquería.
“Muchos barcos no saben medir el último lance o la pesca del día y terminan tirando al agua toneladas”, aseveró Paula Moriondo, la responsable del Programa Crustáceos del INIDEP durante la reunión.
Tal conducta se daría dentro de un cambio en el sistema de producción. El último lance serviría para trabajar las últimas horas del día y continuar al día siguiente mientras se mueven los equipos luego de las 7 de la mañana. Si el primer lance del día es exitoso, lo que no alcanzó a ingresar a la planta del día anterior, se tira al agua.
Eso explicaría las 14 horas por día que denunciaron los tripulantes de los tangoneros de Solimeno que son obligados a trabajar a bordo, cuando el convenio colectivo marca a las 12 como tiempo límite. No darían los tiempos si la planta se pone en funcionamiento recién después del primer lance del día. Igual parece que afloja con el esfuerzo pesquero sobre el marisco. Al menos evalúan mandar al “Pakú” a pescar anchoíta.
La cantidad de langostino que se descarta, que se tira al agua no es uniforme; no hay días ni barcos iguales, pero son millones y millones de kilos de un recurso valioso que termina tirándose casi que impunemente. En la reunión las cámaras pidieron la nómina de los barcos que incurren en estas malas prácticas pero por seguridad de los Observadores, los nombres fueron preservados. Igual los observadores no son tantos como para no adivinar algunos nombres.
Eduardo Boiero, el presidente de CAPECA, asistente a la reunión, le quitó trascendencia al tema y se refirió a casos puntuales. “Son patrones que no toman conciencia y la competencia feroz de los fresqueros ha generado más presión en esta carrera por agarrar mucho”, aseguró el dirigente ante la consulta de PdP.
Justamente CAPECA y el INIDEP habían promovido a principios de esta temporada un encuentro en que se buscó crear conciencia entre los oficiales de puente para disminuir los descartes que venían creciendo en los últimos años.
Pero lejos de disminuir, quedó en evidencia que aumentaron según la preocupación que expusieron los investigadores. “El patrón y todos van a producción. Creo que son patrones con malas mañas y eso hay que erradicarlo”, insistió Boiero, quien endilgó tal comportamiento a la “competencia de un fresquero pescando 75 toneladas al lado sin tener permiso, como el Feixa”, subrayó y pidió la cuotificación como la forma de corregir todo lo que se hizo mal desde 2014 en materia de reformulaciones y dejar pescar a cualquiera con permiso.
Es cierto que el Feixa aprovechó la ventana que dejó abierta el “José Américo”. Tiene mucho más de 40 metros y se zambulló a la pesquería con el cuento de la eslora de arqueo como el “Pedrito” y el “San Juan B”. Y que no tiene permiso de pesca para langostino pero lo pesca con cuota social de Santa Cruz. Todo cierto, pero eso ocurrió en el 2018 y nada tiene que ver con el descarte de los congeladores.
Y nada es justificable, ni que haya barcos sin permiso o amparados en la cuota social de Santa Cruz o con bodegas cuya capacidad de almacenamiento es mucho mayor de la original para no condenar que se tiran miles y miles de kilos de langostino al mar.
De poco sirven las medidas de manejo y la política que aplica la Subsecretaría en su intención de limitar el peso de los cajones, fiscalizar la operatoria en todos los muelles y ajustar el funcionamiento de la flota hacia una pesca que maximice los rendimientos, que se capture el langostino de mayor tamaño y se proteja a los juveniles. Todo se tira por la borda por prácticas que se extienden y nada tienen que ver con la sustentabilidad de la pesquería.
La flota congeladora tangonera es la única que evidencia un crecimiento en las descargas declaradas hasta el 24 de agosto. Los desembarques alcanzaron las 65568 toneladas, un 4% más que el año pasado. El resto de las flotas disminuyó las descargas: los fresqueros de altura un 25%, (370433 toneladas), los costeros un 21% (30.830 toneladas) y los artesanales un 17% (5722 toneladas)