Los ambientalistas apuestan a la exageración y datos inexactos para generar la adhesión popular y lograr el rechazo de la iniciativa. El gobierno apuesta a una metodología que lo aleja del compromiso asumido por Argentina de reducir a cero la emisión de gases de efecto invernadero para el año 2050.
El gobierno argentino acaba de dar luz verde para la exploración de hidrocarburos off shore en la Cuenca Argentina Norte. La incógnita por saber si la pata kirchnerista, preponderante en el Frente de Todos, avalaba la decisión del presidente Alberto Fernández se disipa con el correr de las horas desde la publicación de la Resolución 436 del Ministerio de Medio Ambiente en el Boletín Oficial el último día hábil del 2021.
El silencio del subsecretario de Pesca, Carlos Liberman sobre este tema, en el que la mayoría de las cámaras pesqueras argentinas habían presentado una impugnación ante el Ministerio de Medio Ambiente por las deficiencias del estudio de impacto ambiental presentado por Equinor, es una señal inequívoca que la promoción de hidrocarburos off shore no será objetada por la autoridad de aplicación.
Mayoría de las cámaras empresarias y no todas porque desde ALFA, la entidad que agrupa a la flota fresquera langostinera de Mar del Plata, se han mostrado a favor de la compatibilidad entre la industria pesquera con la petrolera en alta mar. Al menos su Gerente, Daniel Coluccio, se manifestó en ese sentido en un artículo publicado en el portal Pescare,
El resto de la industria todavía sigue en modo “vacaciones”, tratando de coordinar un zoom para analizar alternativas pero al cierre de esta columna todavía no había respuestas para la decisión gubernamental.
Por estas horas asistimos a la revitalización de la grieta; a favor o en contra de la iniciativa. Y en ese marco asoma una exageración sobre los riesgos de permitir la exploración en los bloques de la CAN. Las plataformas no se verán desde la costa marplatense y todavía no se sabe si las habrá porque es una etapa de exploración. Pero cada uno elige la estrategia que mejor le parece…
La exploración sísmica que se realizará parte de diez cables submarinos que tienen una extensión de entre 8.000 y 10.000 metros y se conectan a tres fuentes de energía desde la que se emiten sonidos. La refracción de esos sonidos es captada por hidrófonos, una especie de micrófonos submarinos, que permiten la interpretación de esas refracciones en las imágenes 2, 3 y 4D.
En la industria del petróleo aseguran que esta tecnología dista mucho de la que se usaba hace algunas décadas, en línea con los avances tecnológicos que se han dado, por lo cual en la práctica no se realizan cañonazos, generando una menor afectación a la fauna marina.
Optimismo financiado por el dinero de las petroleras o certezas que no podremos comprobar hasta dentro de varios años. Esa incógnita se mantendrá abierta por mucho tiempo.
También aclaran que este tipo de estudios del mar no es nuevo en el país, y que de hecho entre 2017 y 2020 el gobierno nacional licitó y realizó la exploración sísmica de más de 100.000 kilómetros cuadrados del Mar Argentino. No hubo cuestionamientos en ese momento. Mucho menos movilizaciones ni carteles “Mar sin Petróleo”.
Pero cada uno juega su juego. Sí resulta curioso o contradictorio que el gobierno impulse una industria que apuesta a la explotación de hidrocarburos fósiles cuando Argentina, bajo el Acuerdo de Paris, se comprometió a alcanzar la neutralidad de emisiones de dióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero (GEI, causantes del cambio climático), para 2050.
Esto significa, entre otras cosas, que el país va a tener que transformar completamente la forma en que produce y consume energía, se mueve, calienta el agua, sus hogares y cocina. Es un cambio radical respecto de la manera en que se vive actualmente.
Quedan menos de tres décadas para conseguir ese objetivo y apostar a la extracción de petróleo y gas, por más cuidado del medio ambiente, desarrollo industrial, productivo, generación de mano de obra calificada y crecimiento del movimiento portuario, si es que las petroleras eligen operar desde Mar del Plata, va claramente en un sentido inverso.
Los ambientalistas podrían exponer esta situación. Claro que es menos vendible comunicacionalmente que una foto con un turista embadurnado de tintura para graficar playas empetroladas.
El otro punto que el gobierno todavía no explica es la manera en que controlará la operatoria. Ya quedó expuesto que los estudios de impacto ambiental que realizó Equinor fueron deficientes. Al menos en términos de la industria pesquera no hay elementos para saber cuál es el estado actual de peces y mamíferos marinos en la zona. Difícil será poder mensurar los daños, o los efectos negativos que la actividad genere sobre los mismos. Mucho menos compensarlos.
Tal vez los EsIA son deficientes en todos los emprendimientos de este tipo que se realizan a el resto de los mares del mundo donde parece ser compatible el desarrollo de ambas industrias. Pero Argentina no tiene fama que los concesionarios inviertan lo necesario para prevenir accidentes y el propio Estado muestra fallas a la hora de ejercer controles.
Si lo sabrá la industria pesquera que se da el lujo de descartar millones y millones de kilos de merluza mientras todos los años pesca langostino. o en la propia pesquería de hubbsi. 110 mil toneladas, para ser precisos según reportes del propio INIDEP.
Lo hace sin ningún tipo de contemplaciones y hasta con la naturalidad y certeza que no le implica sanción alguna. No vemos carteles tipo “Un Mar Argentino sin descartes pesqueros”. Se entiende que el petróleo es un tema más sensible, pero no pasa ni pasará en esta etapa de exploración. Lo de la pesca pasa hace años.
Resulta curioso ver a los que critican a los ambientalistas por opongan al avance petrolero en el Mar Argentino como una máquina de impedir un supuesto desarrollo del país. Entre las actividades que tachan al avance extranjero por la intervención de los defensores del medio ambiente figura obviamente la minería, las granjas de cerdos pero también la pesca.
Esos críticos no saben que los capitales extranjeros desembarcaron en la industria pesquera base rato. Avance que se ha consolidado en estos últimos años con el crecimiento exponencial de Iberconsa, como un símbolo de los nuevos tiempos.
La empresa española controlada por un fondo común de inversión estadounidense es dueña de más de 30 barcos en el caladero argentino además de tener fábricas de reproceso en Mar del Plata y también en Patagonia y es de las principales exportadoras del sector.
Y el modelo de ese avance ya lo resumimos en esta columna: pescado entero o con poco valor agregado que sale de Argentina para llegar a Vigo, España, donde es transformado en alimento en un proceso que genera fuentes de empleo y riqueza.
En Galicia se preocupan por la decisión del Gobierno de autorizar la exploración off shore y hablan del argentino como su “segundo caladero”. En realidad debe ser el mejor caladero ya que además del litoral marítimo frente a Mar del Plata le suman las aguas patagónicas y de Malvinas donde hay operación off shore pero ahí no dicen nada ni muestran preocupación no sea que molesten a sus socios piratas.
Es indudable que el gobierno debiera salir a explicar con más detalles la operatoria y alcances de exploración. Lo apuran sólo los ambientalistas, organizaciones sociales y algunos partidos de izquiera. La derecha mira para otro lado porque fue la oposición quien fomentó estas inversiones en alta mar.
Al menos deberian aclarar lo más básico. Hay pozos off-shore en la Cuenca Marina Austral, frente a Tierra del Fuego, que están en producción hace años sin que nadie se haya escandalizado. O hay una vara más alta para el petróleo que para el gas.
Por ahora el único sector que emitió opinión y refutó algunos carteles de los ambientalistas fue el Instituto Argentino del Petróleo y el Gas y la estatal YPF. Aguardamos la respuesta del resto de la industria pesquera aunque se descarta una posición rupturista con el gobierno y la industria petrolera.
Sí se enfocarán en pedir que Equinor describa de modo detallado las previsiones que aseguren la financiación de las medidas de restauración, recomposición, remediación e indemnización de los impactos biológicos, sociales y, económicos que pueden provocarse, derivados de la ejecución de la actividad.
Lo que sí será más difícil de explicar para el Gobierno es por qué el país va a contramano de su compromiso en el Acuerdo de París. Parece que pasó un siglo desde que Alberto Fernández manifestara en Glasgow durante la Cumbre del Cambio Climatico de la ONU que “para avanzar con la agenda de transformaciones necesarias debemos crear fuentes de financiamiento innovadoras y nuevas reglas e incentivos globales. Debemos crear mecanismos de pagos por servicios ecosistémicos, canje de deuda por acción climática e instalar el concepto de deuda ambiental”.
Las palabras de Alberto fueron el pasado noviembre.