Qué suerte correrán los 120 obreros del pescado bajo relación de dependencia en “El Marisco” y “Sebastian Gaboto”, es una de las incógnitas que sobrevuelan por estos días en un paisaje portuario dominado por la caída de desembarques y la reducción al mínimo de su capacidad productiva instalada.
“Hubo días de mal tiempo las dos últimas semanas y la falta de oferta hizo subir el precio en muelle. Ahí se cortó la demanda de mayoristas y supermercados”, contaba un industrial al cierre de esta columna, que trataba de conservar el optimismo. “Ventas habrá… merluza fresca o congelada pero algo se moverá en estos días”.
Con bancos financiando empresas a más del 60% es imposible que la primavera pueda mantenerse más allá de Semana Santa como pretende el gobierno. Las buenas intenciones volvieron a quedar plasmadas la semana pasada, en la media hora que la gobernadora María Eugenia Vidal le prestó atención al sector productivo más importante de la ciudad.
Pese a que sabe “de memoria” cuáles son los problemas, según reprodujo Miguel Tezanos Pinto, la Gobernadora rechazó la posibilidad que lleguen nuevos subsidios para estibadores y obreros del pescado. Mezzamico sumó un problema adicional a tratar de convencer a algunas empresas de servicio que paguen el 30% de aumento retroactivo a marzo.
Di Leva no mandó los telegramas de despidos como habían avisado los propios trabajadores, sino todo lo contrario: les aumentó el garantizado a los del anexo Pyme que pasó de 11.300 a 16.500 sin escalas.
Quienes conocen su pensamiento sostienen que se cansó de los reclamos constantes de sus trabajadores. Que por eso los castiga mandando a cortar el pescado a un grupo de cooperativas.
Di Leva parece querer emular a los Baldino, dueños de barcos de todo tipo y tamaño pero sin personal bajo relación de dependencia para procesar la materia prima. Pero para alguien que quiere deshacerse del personal en tierra aumentar los costos fijos parece una mochila de plomo. Si no les daba trabajo con un garantizado de $11.300 porqué habría de darlo con un garantizado de $16.500.
Encima fracasó en su intento por introducir a los 20 que conserva bajo el convenio 75 en el del Pyme. La mayoría de este grupo quería justamente lo contrario: poder tener los beneficios del 161 para cuando hay poco movimiento.
El futuro de los trabajadores del pescado en un puerto que sigue recortando descargas y en este primer trimestre llegaron cerca de 20 mil toneladas menos que en el mismo período del año pasado, no es el único interrogante.
En los próximos días debería despejarse la doble incógnita que encierra el muelle 3 y el 2. Si hubiese lógica y Merlini no sigue pateando la pelota para adelante y determina una nueva prórroga, el 22 de abril se declararía desierta de interesados la licitación para transformar el predio de los silos en una Terminal Multipropósito de Ultramar.
Murchinson ya avisó que las condiciones no están dadas para hacer pie en un terreno irregular y resbaladizo, dominado por contaminantes y medidas judiciales, decretadas y por decretar si es que el Presidente del Consorcio no asume la ampliación de su colección de fracasos.
Ahora que Javier Tizado pudo hacerse del plan de inversión presentado por TC2 para conformar TC3 en el muelle grande, proyecto que Merlini no solo descartó como iniciativa privada sino que ni siquiera lo puso en consideración del Ministro de Producción, quizás el predio tenga una segunda oportunidad con capitales locales de los que la pesca no es ajeno.
No ahora, claro, porque tienen preocupaciones más urgentes. En la Terminal de Contenedores dan cada paso con cautela, como si pisaran sobre cáscaras de huevo. El camino para la renovación del permiso de uso sobre los predios que ocupan sobre el muelle 2 ha sido una senda plagada de obstáculos, made in Merlini, pero ahora creen haber salido del laberinto con la llave que les tendió Tizado.
La semana que viene se cumplen los 30 días para presentar propuestas según el llamado publicado en el Boletín Oficial, donde el predio luce “disponible”, contrario a lo que había aprobado el Directorio el 1 de marzo, en lo que fue su última reunión. A esta altura indagar sobre la validez de ese llamado es entrar en un camino sinuoso.
Después que Merlini hiciera lo que se le antojara, el cuerpo de asesores no volvió a reunirse. Algunos perdieron las pocas ganas que le quedaban y no saben si regresarán. Se sienten menospreciados por el Presidente del Consorcio. Figuritas de cartón pintado. Y hay gente con demasiado ego como para protagonizar un papel de reparto.
Nadie sabe exactamente cómo terminará la historia. Los próximos días serán claves para saber si la intervención de Esteban Pinto desmoronó el trabajo de hormiga que había construido Merlini para despejar el camino y que Murchison tenga un premio consuelo en el muelle 2, o el Presidente del Consorcio sigue empeñado en desconocer al operador del servicio logístico como hasta ahora.
En TC2 no parecen preocupados por la burocracia. Ayer se reunieron con representantes de la naviera brasileña “Log-in” para sumar a Mar del Plata a una hoja de ruta que además de Buenos Aires adoso a La Plata. Los directivos bajaron al puerto para interiorizarse del servicio y la infraestructura montada en torno al servicio logístico.
Además de contar con la habilitación correspondiente, en la terminal anhelan incrementar la competencia para reducir el costo del flete y bajar el porcentaje de carga que se origina en el puerto pero sale por otro.
En estos días Merlini cumplió 3 años en el cargo. Una de sus pilares de gestión fue la regularización administrativa de los permisos de uso en suelo portuario. El Paseo de la Banquina, ese corredor comercial con ofertas variopinto que termina en la postal de las lanchas amarillas, hace 9 años que tiene el permiso de uso vencido.
Pese a los interrogantes, abril también muestra certezas de nuevos fracasos.
Foto: @NaachoArenas