El proyecto de Decreto de Necesidad y Urgencia para renovar la flota pesquera nacional a partir del fondo de financiamiento de 500 millones de pesos dispuesto por el gobierno, abrió una grieta entre armadores e industriales navales que después de la reunión del lunes ante el propio ministro Dante Sica, parece imposible de reparar. El intento lo harán este jueves cuando se vuelvan a reunir.
El objetivo del cónclave fue acercar posiciones luego que las cámaras armadoras redactaron un proyecto propio, que más que alternativo, se pareció a un torpedo teledirigido para dinamitar el original.
La posibilidad de importar buques nuevos y usados a arancel 0 fue la ojiva nuclear que desde el Consejo de Empresas Pesqueras Argentinas (CEPA) y letra de Oscar Fortunato, le adosara al borrador firmado por el resto de las principales cámaras armadoras.
Esa solicitud es inaceptable para los industriales navales que buscan reactivar un sector ninguneado desde el propio Estado, que manda a construir buques de investigación en gradas de Vigo, importa patrullas desde Israel y no termina de depurar la plantilla de personal de Rio Santiago.
Una industria que pretende pasar la pantalla de barcos costeros de no más de 20 metros que renuevan los empresarios costeros de Rawson y cree estar en condiciones de posibilitar la renovación de una flota de altura que roza los 40 años de promedio.
Aunque entre las diferencias que asoman como irreconciliables, industriales navales y armadores pesqueros comparten una idea: lo mal que manejó Juan Bosch la iniciativa. El Subsecretario de Pesca presentó el borrador del decreto en la reunión de la mesa de competitividad pesquera y de la industria naval que encabezó el Presidente el mes pasado.
Muchos de los sentados a la mesa se enteraron de la iniciativa en ese momento. Bastaron un cruce de miradas y que algunos levanten la voz advirtiendo la situación para que Macri lo devolviera debajo de la superficie. “Veo que hay que seguir charlando”, les dijo el Presidente para aflojar tensiones. A los pocos días esos mismos que se despertaron con la iniciativa se reunieron en Mar del Plata para hundirla.
“Hubo mala praxis”, sostienen desde los astilleros para calificar el desempeño del Subsecretario de Pesca en la evolución de la iniciativa cuyo futuro es incierto. “Es la manera Bosch de hacer las cosas”, retrucan desde la cubierta de los pesqueros que acudieron a la reunión con SICA sin saber exactamente a qué iban.
Más allá de los beneficios que el borrador del DNU plantea para el armador que ordena construir un barco en gradas nacionales, en las cámaras armadoras advierten un cuello de botella imposible de disimular.
“Hay un solo Contessi y todos querrán construir y reparar ahí. Tampoco hay un financiamiento para un plan faraónico. Si hubiera más de un Contessi y fondos genuinos, firmamos con los ojos cerrados”, reconoció un armador cuyo barco ya tiene más de 30 años. “En el corto y mediano plazo no tenes esas garantías y tenés el reloj de arena en marcha para tirar tu barco”, amplió.
Habría que preguntarse por qué hay un solo Contessi, advierten detrás de las chapas navales. Aseguran que es parte de la falencia estratégica nacional que ha convivido de espaldas a esta industria. Desde los ´90 cuando se permitió el ingreso indiscriminado de buques usados al caladero, hasta el quite de financiamiento a la ley aprobada el año pasado, la falta de estímulos e incentivos ha sido una constante. Mal manejado y presentado como Bosch suele hacer las cosas, este intento parece condenado a transitar el mismo camino de la inviabilidad.
Si el DNU prospera, el proyecto plantea un plazo de 20 años como fecha límite para renovar el buque. Parece razonable: el Ponte de Rande que Solimeno acaba de poner en valor con 8 millones de dólares es del año 1976. En el plan del gobierno “Tony” podría reemplazarlo cuando tenga más de 60 años. Igual los armadores se quejan: “para la renovación de toda la flota, en estas condiciones, es ayer”, aseguran.
Los industriales navales mantienen la esperanza que el gobierno decida aferrarse al salvavidas de la renovación de flota para exhibir su lado desarrollista, hasta ahora sepultado por la bicicleta financiera.