La Feria Masticar será recordada por convocar a casi 50 mil personas en un predio donde hasta hace poco tiempo convivía una fauna nutrida de roedores entre pastizales, mugre y abandono.
También porque muchos integrantes de la clase política gobernante descubrieron la silueta monumental del elevador de granos y los 15 silos que miran a la manzana de los circos, que iluminados por luces de colores, le confirieron a su estructura una pátina glamorosa que perdió hace décadas.
El entusiasmo de los organizadores no menguó luego del balance final de la feria, que arrojó números verdes fosforescentes, aunque nunca conoceremos cuál fue el costo del alquiler del predio al Consorcio Portuario. Ya sabemos que el mejor idioma que maneja Merlini es el silencio y el ocultamiento de información que debería ser pública.
Embanderados con la euforia gastronómica algunos concejales pretendieron decodificar el entusiasmo de la subsecretaria de Turismo, Martina Pikielny, que por poco establece un antes y un después de la Feria Masticar en la historia de Mar del Plata, y comenzaron a evaluar la posibilidad de conservar los silos para repetir ese u otros eventos multitudinarios en el futuro.
Quien primero hizo pie fue Patricia Mabel Serventich. Integrante de Agrupación Atlántica, el 11 de febrero, con las planchas todavía calientes y los stands a medio desarmar, ingresó un proyecto de comunicación en que solicitó al Consorcio Portuario “la conservación del escudo de piedra de los silos y el mástil para la bandera que se encuentra en sus cimientos”. Ambos elementos, de hormigón, están en el extremo superior del edificio central, con vista al Club Náutico.
El pedido parece responder a una demanda urgente del revolucionario de la inactividad, fervoroso admirador de objetos-símbolos de una Argentina potencia que no existe más. Es denodado el esfuerzo que aplica para anexar Mar del Plata a su colección.
La solicitud de Serventich le da más volumen a la burbuja de irrealidad quecobija la cotidianeidad del cuerpo deliberativo, ajena a la vida cotidiana del resto de los vecinos y a una ciudad inviable, condenada a respirar buenas expectativas que casi nunca se concretan.
Preocupada por el escudo de piedra y el mástil, no figuran entre sus iniciativas saber cuál es el estado de situación de los silos, el plan de inversión y desarrollo planificado por la misma Provincia que promovió el Masticar y el Consorcio Portuario, o preocupada por el estado ruinoso del elevador y los frecuentes desprendimientos de su mampostería que hacen de trabajar sobre el muelle 3 un riesgo adicional. Escudo de piedra y mástil…
Mochada y alisada a los intereses de Moscuzza la Reserva Natural del Puerto, el predio de los silos es la única alternativa que tiene el puerto para pensar en concretar toda su potencialidad, destacada desde los discursos pero nunca en los hechos. Un proyecto diferente a la pesca, aunque la incluya como partícipe indispensable, vinculado del movimiento de cargas y comercio exterior de la ciudad y la región.
Todos los obstáculos con los que hasta ahora parece chocar la iniciativa de montar una Terminal Multipropósito de Ultramar, con parte del muelle 3 y un manejo compartido entre permisionario y Consorcio que abren interrogantes, no otorgan ninguna posibilidad a filtrar nuevos usos como centro de ferias y convenciones.
En Rosario transformaron los viejos silos en un hotel. Acá nunca se puso en debate su uso. Los descubrieron porque fueron a tomar cerveza y comer unos pinches de langostino… Hizo falta Masticar para que descubrieran su potencialidad como epicentro de eventos masivos…. Es que como ya resolvieron el problema del transporte, ah, no, perdón… el de la basura… no, tampoco…Pero Cacho Castaña fue declarado Visitante Ilustre, y el Muñeco Gallardo… cracks.
Si funcionarios y dirigentes se hubiesen acordado antes, tal vez… hace 10 años que los silos están vacíos y ya no entran ni barcos cerealeros al puerto ni camiones a descargar maíz ni soja. La preocupación de la clase política por la pérdida de carga del puerto no fue suficiente para mantener el servicio. Si es que alguna vez alguien se preocupó por lo que ocurre de Juan B. Justo hacia el sur.
Aunque Merlini prorrogue por 60 días la apertura de sobres con las ofertas dispuestas a invertir 20 millones de dólares en el predio, que incluyen la nivelación del terreno, demolición del elevador de granos y los silos, aunque el proyecto tenga muchos puntos débiles, desde el expediente que desembocó en la licitación hasta la falta de estudios de impacto ambiental, el predio debería tener un uso afín a la actividad portuaria.
A pesar que el actual operador de la carga de contenedores estuvo a punto de meter una cautelar y que esta semana la Justicia Federal hizo lugar a una medida de no innovar ante una denuncia penal por el tratamiento que recibieron los sedimentos del dragado 2017 en los piletones que cavó la Municipalidad con el aval del Consorcio…
Es fácil encandilarse con las luces del éxito que dejó Masticar y pensar otros destinos para los silos y hasta vincularlo a un circuito histórico patrimonial y cultural con la banquina chica que se desvanece por falta de lanchas. Tal vez el desinterés de la propia comunidad portuaria/pesquera por el futuro del predio permita que germinen iniciativas conservacionistas.
Mar del Plata se entregó al turismo de fin de semana para solucionar todos sus males. El puerto nunca estuvo en el manual de instrucciones de nadie como herramienta capaz de generar desarrollo y empleo de calidad. Y así nos va…
Ser una ciudad puerto algún día debería tener un valor agregado, una marca distintiva para fomentar la producción, bajar costos logísticos para las empresas locales y regionales, y atraer inversiones. No planchetas ni choperas. Mar del Plata vive una noche larga… deben sobrar lugares para colgar guirnaldas de luces cálidas