El desinterés manifiesto en la falta de ofertas en el pliego de licitación nacional e internacional para transformar el predio de los silos en una Terminal Multipropósito de Ultramar es el flamante fracaso que la administración de Martin Merlini incorpora a su amplia colección en estos tres años de gestión.
“Hay interés concreto de firmas del país e incluso del exterior para invertir en este sector y generar más operaciones y trabajo para el puerto”, había dicho el Presidente del Consorcio en diciembre pasado cuando se presentó el proceso licitatorio que preveía una inversión de 20 millones de dólares por una concesión de 30 años.
Después de aplazar dos meses la apertura de sobres para tratar de convencer a Murchison y que el operador logístico se anime a poner un pie en Mar del Plata, los interesados se evaporaran casi como las reuniones de directorio.
No fueron suficiente la persuasiones de Merlini a los representantes de Murchison, quienes visitaron el puerto el mes pasado. Que las obras de nivelación del terreno no eran tan complicadas, que la demolición de los silos no era tan urgente para comenzar a operar, que la medida de no innovar que determinó la justicia por los barros (no) contaminados del dragado sería apelada.
Ninguna licencia fue suficiente estímulo para torcer un pliego que, según quienes lo vieron, era un camino atiborrado de espinas y zonas grises que espantaban al más valiente de los aventureros. Y eso que Merlini gastó 540 mil pesos para que un experto, el ingeniero Juan Larrague, dibuje los pilares donde descansaría el pliego finalmente ignorado olímpicamente.
Lo que hoy sufre Merlini es la receta que aplicó la autoridad portuaria con el proyecto de TC2, el operador logístico local de la carga en contenedores, para conformar TC3 sobre el mismo muelle 3 de flamante interés desierto, con una inversión de capitales locales, algunos pesqueros y chinos.
El Presidente del Consorcio la ignoró desde que llegó como una iniciativa privada en octubre del 2017. También en enero del 2018 cuando el plan tomó forma definitiva. El mes pasado Javier Tizado tomó contacto con el proyecto. En tiempos donde hay sequía de inversiones, el Ministro de la Producción bonaerense reconoció que nunca le habían hablado de la iniciativa. Merlini depende de Tizado.
¿Costaba mucho congeniar la idea del privado con la visión Merlini del perfil que debería tener la obra en el predio de los silos?. Es probable que ambas ideas tuvieran más coincidencias que diferencias pero el Presidente del Consorcio decidió descartarla por otras opciones que nunca llegaron.
Apostar contra el fracaso de Merlini ya no implica riesgo alguno. El proyecto de Terminal Multipropósito, como estaba planteado en el pliego, solo conducía a este fiasco. Alcanza con un poco de sentido común que parece no abundar entre los muelles. El puerto marplatense no tiene. y mucho menos genera, un movimiento exportador suficiente para originar una rentabilidad capaz de justificar semejante inversión.
El día que dejen de poner el carro delante de los caballos, y pensar en un desarrollo faraónico cuando en el primer bimestre del 2019 se removieron mil teu –un solo barco de contenedores que ingresa en Buenos Aires o Dock Sud carga cuatro veces más- se parece bastante.
Cuando exista una férrea decisión política de salir a buscar la carga que genera la ciudad y la región que hoy se va por otras vías; el día que se forme una mesa multisectorial que incluya a todos los actores: cargadores, el propio puerto, autoridades, aduana, navieras y operadores logísticos, quizás se pueda salir airoso de los augurios de fracasos.
Refugiado en la realidad de su propio relato, Merlini camina indemne y con la frente en alto como un “hacedor” y «transformador»,comprometido con el desarrollo portuario. Al pliego sin interesados de los silos y el muelle 3 se le suman otras postales decadentes.
Como las 30 mil toneladas menos de pescado descargadas en el primer cuatrimestre del año, en relación al mismo período del 2018, un Directorio vaciado, la incertidumbre en el muelle 2; la jauría de perros tan sueltos como hambrientos; las condiciones deplorables de los baños en la zona operativa, las chatarras que todavía flotan entre mugre y promesas en las secciones Cuarta y Quinta, o el control magnético en el acceso a las Terminales 2 y 3.
El puerto se deshilacha por todos sus rincones y regala hermosas perlas de subdesarrollo. Una muestra ideal para mostrar a los miembros del Consejo Portuario Federal que se reunirán este viernes en Mar del Plata.
Claro que desde el Sheraton la panorámica portuaria puede lucir encantadora. El problema es al acercarse y ver la mugre y abandono en primer plano.
Al cierre de esta columna no era seguro que Merlini se animara a encabezar una recorrida con sus invitados. No sabría dónde llevarlos y para colmo esta semana no hay escala de alguno de los portacontenedores
Lo que es seguro es la renovación del Directorio con nuevos integrantes. Algunos ya recibieron el decreto de designación. Le vendrá bien la mirada femenina a un cuerpo dominado por hombres. Tal vez Merlini quiera maquillar su colección de fracasos con la renovación del cuerpo de asesores que hace más de 50 días que no se reúne,
Ardua tarea tendrán por delante los viejos y nuevos miembros: legalizar las decisiones unilaterales del Presidente del Consorcio en todo este tiempo. Tiempo, justamente es lo que parece que no sobra en la administración del Consorcio. Los directores salientes todavía no firmaron la totalidad de las actas que generaron las últimas reuniones.
Es posible que la última, la del 1 de marzo, ni siquiera haya sido volcada a un papel. .Lujos de la transparencia de gestión