La oficialización de puerto no seguro es un mensaje coherente con el abandono que reina en la jurisdicción, no desde ahora, sino de mucho antes. Es el regreso al pasado, es darle sentido al nombre de esta columna. “Puerto de Palos” alude a precariedad, improvisación, irregularidades, anarquía, abandono. Conceptos que coinciden con la gestión Merlini.
Desde principios de año las barreras de acceso a las Terminales no controlan nada y a nadie, y el perímetro tiene más huecos que el fondo de Independiente. Hace mucho que la 9 de Julio levantó los contenedores de basura porque el Consorcio no completó los trámites para inscribirse en el CEAMSE como gran generador de residuos; no es de ahora ver perros vagabundos corriendo y mordiendo peatones, los muelles mal iluminados y con cámaras que no identifican ladrones de pescado. El sistema de alarmas en los muelles para advertir de una emergencia nunca se colocó.
El puerto es ese lugar donde un pesquero quedó varado sobre el veril del canal de acceso porque se quemó una de las luces de la baliza exterior y hubo que rescatarlo de un tirón con el remolcador. Donde sigue sin funcionar las luces de la baliza del muelle de abrigo y del club de motonáutica, que más allá del calado que ahora mejoró en la zona de giro, impiden tener un puerto operativo las 24 horas.
Esta puesta de sombrero del puerto que decretó el dictamen de Prefectura es absoluta responsabilidad e impericia de Merlini. Por la herencia recibida dijo que iría a Tribunales aunque se desconoce el Juzgado en que recayó su denuncia. Es lo bueno de que lleve 30 meses en el cargo: el choque de la calesita hay que anotarlo en su currículum.
Las esquirlas del impacto deberían afectar a Dietrich y Tizado. Ambos funcionarios son los pilares que le permiten a Merlini incrementar la colección de desaciertos. Un costo político demasiado alto por los dividendos que genera el agente marítimo devenido en funcionario.
Con la bomba explotada en sus narices –el dato se filtró desde la propia fuerza de seguridad- todos los intentos de Martín Merlini por minimizar el bochorno encontraron eco en medios donde no abunda la repregunta.
El descargo de Merlini ha permitido descubrir su lado cínico. Como sostener que sigue trabajando en mantener los estándares de calidad en materia de seguridad, cuando acababa de perderla. O relativizar las consecuencias cuando no, cuestionar la manera en que se hizo la auditoria. La Organización Marítima Internacional no permite que el cumplimiento del código sea opcional. Merlini en vez de cumplirlo, cuestiona al árbitro. Ni Pezzati se hubiese animado a tanto.
No es cierto que la auditoria de Prefectura haya sido sorpresiva ni extraordinaria. De acuerdo a fuentes de la propia fuerza, que ante las vacaciones del Jefe Rodríguez, deben ser resguardadas, las 13 falencias que encontraron en distintos elementos de seguridad que imposibilitaron al Consorcio revalidar el código PBIP, se arrastran desde hace varios meses.
Desde principios de año no funciona el sistema de control de acceso a las terminales. De personas ni de vehículos porque no hay forma de saber si quien ingresa está habilitada por el Consorcio. El personal de vigilancia solo anota el número de plástica y levanta la barrera. Si nuestro puerto fuese de interés estratégico para el terrorismo internacional, ya nos hubiésemos enterado.
Es muy lindo vanagloriarse de un puerto autosustentable para jactarse de pagar (y refinanciar) el dragado con fondos propios. Las consecuencias saltan a la vista. Más allá de las impericias de Merlini, pagar en dólares por metro cúbico ¿removido? no permite mucho margen de maniobra para atender cuestiones urgentes como las obras necesarias para no perder la habilitación de puerto seguro.
Merlini fracasó con la recuperación del muelle de la Terminal de Cruceros. Más de la mitad de ese espacio ahora lo ocupa la abandonada Draga Mendoza. Fracasó con el muelle de abrigo de la escollera Norte, el Ministerio de Defensa todavía no se la transfirió a su administración. Gastó más de 130 millones de pesos en el dragado y sigue teniendo un puerto operativo, pero diurno.
El año pasado anunció la puesta en marcha del plan de remoción de buques en las secciones 4ta y 5ta del espigón 2 para ganar 100 metros lineales de muelle. Dijo que sacaría los primeros barcos en 4 meses. Pasaron 10 y no redujeron una sola chatarra, ni recuperaron un solo metro. Los familiares del “Repunte” siguen esperando la instalación del centro de emergencia dentro de la jurisdicción. Como los armadores que haga cumplir la Resolución 220 que pone en caja a las cooperativas de estiba.
Hace casi 200 días que Nación le transfirió a Provincia el predio de los silos. Hace un año le prometió a Macri que apuraría la licitación para transformar el lugar en una plataforma de cargas generales y de contenedores. Le pagó 540 mil pesos a un asesor externo para elaborar el plan. Esta listo pero como no concuerda con la idea de concesionar el muelle 3, a un año de la promesa al Presidente, todavía ni siquiera publicó los pliegos. Sus allegados aseguran que la Provincia todavía no transfirió las tierras al Consorcio. Él guarda silencio.
El papelón de los barros del dragado del área de giro contaminados/no contaminados en cuyo tratamiento despilfarró 15 millones de pesos era la frutilla del postre de una gestión desastrosa. El que dice cuidar cada peso del presupuesto Ya había arreglado al salida de Walter Sivina, uno de los 3 gerentes Generales que tenía, por más de 2 millones de pesos cuando podría haberle ordenado que se jubile.
Él nombró como su segundo a Ricardo Manocchio, ex aguatero de Aldosivi y con secundario incompleto. El viernes el Gerente General fue quien se notificó de la pérdida del Código PBIP. Durante todo el fin de semana estuvo lejos del puerto: acompañó al club en un compromiso de los juveniles en el gran Buenos Aires.
La pérdida de categoría de Mar del Plata como puerto seguro no es fruto del infortunio ni de la casualidad sino la consecuencia cristalina, tangible de una gestión que no tiene ideas, recursos ni rumbo.
Merlini personifica la soberbia del fracaso. De su mano, el puerto de palos luce más vigente que nunca.