El puerto que administra Martin Merlini se descalabra como un castillo de naipes al que le movieron las cartas de abajo. El desmoronamiento condena a todos los operadores de la terminal marítima pero mantiene en su puesto, inmaculado e ignífugo, al Presidente del Consorcio, quien posa cual administrador de Costa Pobre, indiferente a la anarquía y abandono que atraviesa su administración.
Luego del derrame de miles de litros de agua de cola fermentada y contamina de la ex harinera Moliendas del Sur, que fueron a parar a la playa aledaña a la Escollera, e invadieron con un olor fétido toda el área hasta más allá de Punta Mogotes en plena temporada estival en el principal destino turístico del país, Merlini parece habitar una realidad paralela.
Con empleados del propio Consorcio y la OPDS tratando de remediar el impacto que generó la pérdida de los residuos y su contacto con el medio ambiente, hecho revelado por el portal La Tecla Mar del Plata a principios de semana, y la Justicia Federal interviniendo a partir de una denuncia de Guardavidas de la zona, el Presidente del Consorcio Portuario se encuentra de vacaciones.
Así se lo confirmaron a #PuertoDePalos tres fuentes distintas, todas empleadas del propio Consorcio, quienes fueron consultadas al cierre de esta columna. Hasta ese momento habían transcurrido casi 100 horas desde que se hizo público el vuelco de contaminantes en Moliendas y su impacto en el medio ambiente, y Merlini seguía aferrado a su socio predilecto: el silencio.
Un desacierto tras otro
Cerca de cumplir los 3 años de mandato, se pueden repasar las manchas más groseras de una administración que deambula entre el ahogo financiero, el ocultamiento de información pública, el directorio con mandato vencido, la ampliación de la nómina de personal, que luce jaqueada por la mugre, la falta de espacios operativos en muelle y el descontento de todos los permisionarios. Y la única mejora en la infraestructura que puede exhibir es la construcción de pasarelas y miradores para turistas.
La recuperación del muelle de la Terminal de cruceros para la flota pesquera operativa fue uno de sus principales anuncios. La idea era que puedan usarlo los barcos poteros durante la temporada de calamar. Después que le cedieran el muelle interior de la Base Naval, la Armada desalojó a la Draga Mendoza de su jurisdicción. Hace más de un año que parte del muelle operativo de la Terminal de cruceros lo ocupan los restos de la Mendoza.
El mismo Merlini que no previno el desastre ambiental de Moliendas del Sur pagó casi 10 millones de pesos para que se traten y remedien los sedimentos extraídos del área de giro en el operativo dragado 2017. Un estudio de Fares Taie, laboratorio certificado por la OPDS, determinó que los barros estaban contaminados. Un año después, con los piletones semivacíos y los sedimentos deshidratados convertidos en ladrillos, otro estudio reveló que los barros no presentaban riesgos para el medio ambiente.
El Consorcio gasta en remediar material no contaminado pero no tiene un millón para evitar el colapso del tanque que acopiaba los residuos en Moliendas. El mundo al revés del que Merlini es todo un especialista.
En noviembre del 2017 Merlini anunció un plan de remoción de buques hundidos e inactivos en las secciones cuarta y quinta sobre el muelle 2. La iniciativa, que no le costaría un solo peso al Estado, tenía por finalidad recuperar 110 metros lineales del muelle para descongestionar el caos que existe en otros sectores, con buques amarrados hasta en octava andana.
Para reducir la chatarra flotante interesó a sus amigos de Lusejo, una empresa del conurbano con antecedentes plagados de claroscuros. Pasaron 14 meses del plan de remoción y el muelle sigue siendo la postal del abandono de siempre. Semanas atrás casi se hunde el Cabo Vírgenes, un pesquero abandonado desde hace 5 años en el muelle 3.
El 20 de septiembre del año pasado, cayó sobre la administración Merlini lo que parecía ser la gota que rebalsaría el vaso de errores que lo eyectarían del sillón principal del Consorcio Portuario. Prefectura Naval Argentina consideró que la instalación portuaria (Terminales 2 y 3) no reunía los requisitos “mínimos” para mantener vigente la declaración de cumplimiento del código PBIP.
La Declaración se levantó tres semanas después, a partir del auxilio financiero de la provincia que entregó más de un millón de pesos para comprar alambres de púas para el cerco perimetral, un par de cámaras que se sumaron al circuito y alarmas con sensores de movimiento. Y un par de focos que no alcanzan a iluminar una gestión a oscuras.
Ni siquiera el discurso de puerto autosustentable, uno de los caballitos de batalla de Merlini, resistió mucho tiempo. El descalabro financiero que representó pagar con fondos propios el costo del dragado que completaron sus amigos de Canlemar SL, hizo eclosión con el brindis de fin de año.
Por esos días se conoció el pedido del Consorcio al Ministerio de Producción de un subsidio de 20 millones de pesos para obras de infraestructura (demarcación horizontal en Terminales 2 y 3) y dispositivos de emergencia (alarmas contra incendio y hombre al agua). Los fondos que sobran seguramente servirán para responder a la paciencia de los españoles. Presuponemos que no le alcanzó con la caja propia porque los números del presupuesto Merlini los guardó bajo 7 llaves, en el mismo cajón donde guarda las Actas del Directorio.
Otras cosas, en cambo quedan al descubierto. Como el pago al Ingeniero Larrague de más de 500 mil pesos para que elabore el borrador del pliego de bases y condiciones para la licitación de los silos. O el arreglo con Walter Sivina por casi 3 millones de pesos para correr al ex Gerente General de la administración cuando solo había que invitarlo a que se jubile. Merlini prefiere otro Gerente General. Uno con secundario incompleto.
También elige caminar en la cuerda del equilibrista y mostrarse como “mediador” en la puja manifiesta que existe entre las empresas de servicios de estiba y los trabajadores nucleados en el Centro de Contratación. Los primeros barcos poteros que lleguen a descargar a Mar del Plata, si es que viene alguno ahora que TC2 abandonó el plan de incentivos a la operatoria, servirán para comprobar cuán efectivo resultó el plan circense de Merlini.
Mientras el Presidente del Consorcio sigue de vacaciones otro trabajan entre el olor a podrido. Personal portuario y de la OPDS proceden a la contención y extracción de los líquidos con un camión atmosférico con destino al predio de disposición final. El costo aproximado del operativo es un millón de pesos.
El puerto autosustentable en Mar del Plata goza de buena salud solo en los discursos oficiales, pero no garantiza la mantención del certificado de seguridad PBIP ni un medio ambiente saludable. Pero no falta ni el Mercado en tu Barrio ni al feria Masticar, el mes que viene, en el predio de los silos.
Queda claro que si después de hilvanar esta serie de desatinos todavía no lo eyectaron del cargo, Merlini solo abandonará el puerto para zambullirse en una carrera electoral que puede ubicarlo en una banca anodina del Concejo Deliberante.
Mientras tanto seguirá haciéndole la vida imposible a algunos permisionarios, destratando a otros, traicionando proveedores de servicios y complicando el trabajo de casi todos. Parece empeñado en ampliar su colección de fracasos.
Uno de los pocos objetivos que supera con holgura.