Un acuerdo que deja descontentos a las dos partes es un buen acuerdo, dice un viejo dicho repetido en estas horas por los invitados a la Casa Rosada donde se anticipó el contenido del Decreto 145/2019, que contempla los lineamientos para la modernización de la flota pesquera.
El Decreto Presidencial establece una modificación a la Ley Federal de Pesca. Quien renueve su flota en gradas nacionales podrá aumentar el esfuerzo pesquero hasta un 10%, más allá que no se tenga el respaldo científico de los investigadores del INIDEP sobre disponibilidad de los recursos.
Moscuzza ya construyó el “José Américo” en las gradas de Armón, Vigo y está en proceso de construcción de otros dos. Valastro, ahora en manos de Iberconsa, trajo el “María Alejandra 1” y tiene otros en proyecto.
Solimeno hace 30 años que no construye un barco en el país. Acaba de invertir 8 millones de dólares en la puesta en valor del “Ponte de Rande”. Hace un tiempo adquirió el grupo Grinfin, que cuenta entre sus embarcaciones con dos de las mayores cuotas del caladero Argentino. A uno de ellos, el Rasmus Esfersoe, lo reformó y reparó a costos similares para entrar al langostino por la puerta que abrió Moscuzza,
El incentivo de recibir más cuota por fomentar el trabajo nacional no conmueve a armadores como estos que encuentran resortes más eficientes en el Consejo Federal Pesquero para obtener beneficios adicionales fuera de cualquier norma. Quedó en evidencia con las últimas impotaciones de buques nuevos: El “José Américo” no representa el mismo esfuerzo pequero que el “Mar Azúl”, ni el del “Mar Coral” será un calco del “Pioneros”
“El 80 % de la flota factoría ingresada en los 90’ cuenta con una antigüedad de 45 años”, dice Walter Castro, secretario General del Sindicato de la Actividad Naval, que ha estudiado la composición y antigüedad de todos los estratos de la flota. “Con este decreto se les garantiza 20 veinte más, o sea 65 de operatividad”, afirmó el dirigente.
Cuando llegue la hora de renovarlos es muy probable que miren el mercado del usado en Europa que las gradas nacionales. De ahí que presionan para bajar los aranceles a la importación de usados. La “modernización” de la flota parece repetir una película que se emitió durante el menemismo y que tiene a la industria naval en un rol secundario.
Los armadores de espaldas y billeteras ancha adheridos a CEPA, de donde salió Oscar Fortunato para convertirse en representante del Poder Ejecutivo en el Consejo Federal Pesquero, ahora esperan el guiño prometido de la rebaja de aranceles para seguir importando barcos nuevos y hasta usados, si logran coronar la letra chica. Y sabemos que no necesitan un DNU para lograr un aumento del esfuerzo pesquero para sus nuevas adquisiciones.
Los armadores chicos observan ese plazo perentorio hasta el 1 de enero del 2040 como una espada de Damocles que caerá más temprano que tarde. Siempre y cuando el DNU siga conservando vigencia en ese plazo, Planificar a 20 años en Argentina, aunque a algunos les parezca un tiempo escaso, sería toda una rareza.
Para la flota fresquera de altura, signada por una antigüedad que en algunos casos supera ya los 40 años, sobran las dudas ante el Decreto de Macri. Por un lado tienen reparos del sistema crediticio para fomentar el cambio y no advierten infraestructura disponible donde construirlos.
Otros mascullan bronca y cambian el eje. “Por qué voy a tener que cambiar mi barco si lo mantengo en las mejores condiciones. Acá hay que brindar más capacitación a la tripulación para que no los hundan”, sentenció un armador tras las nuevas exigencias de Prefectura.
Los 500 millones de pesos de la línea del BICE anunciada tras la foto de Puerto Madryn como punta de lanza para financiar al sector asoman como escasos. Con 60 millones como tope por proyecto, la iniciativa abarcaría la construcción de menos de 10 barcos y de la flota menor.
Para la industria naval será clave la batalla que se viene por los aranceles sobre la importación de barcos nuevos y usados, y desde qué eslora se aplicarán. Las cámaras armadoras estaban dispuestas a avalar la prohibición de importar barcos usados de hasta 35 metros de eslora de arqueo. Claro que también incluyeron la pretensión de importar barcos usados de cualquier eslora por causas de fuerza mayor o caso fortuito.
Entre los electrodos y las chapas navales, sospechan de la jugada: infieren que puede ser otra puerta abierta que podría permitir la importación de cualquier tipo de barco usado. El certificado de defunción de la actividad.
Los astilleros quieren extender la eslora hasta los 39,90 metros. En la diferencia se juega el sueño de algunos astilleros de construir tangoneros para el langostino, un nicho de mercado que, mientras siga la bonanza del marisco, puede iniciar la recuperación de la industria naval.
También pretenden volver a hacer buques más grandes como hace 40 años. Esas construcciones se frenaron por la importación de buques usados en los 90. Un pasado que de acuerdo como se presente el segundo capítulo del plan de “modernización”, puede volver a chocar con la misma piedra.
Foto: El Retrato de Hoy