El año pasado la incertidumbre de varios industriales exportadores de langostino estaba centrada en el tobogán al que se habían subido los precios que pagaba el mercado internacional y en ese escenario, la ventaja que representaba pescar con un barco como el “José Américo”, con un poder de pesca y capacidad de bodega inigualable entre todos los tangoneros que participan de la temporada en aguas nacionales.
Moscuzza podía vender por debajo de los 6 dólares el kilo a partir de esas ventajas comparativas que representa un buque de 47 metros de eslora y varios caballos más que los 2000 HP que limita la resolución 7 que dibujó un par de requisitos pero lejos está de ser un plan de manejo para el recurso.
Hoy ese langostino entero está a punto de perforar el piso de los 5 dólares -la semana pasada hubo operaciones por 5200 dólares la tonelada- y la incertidumbre en el sector genera los nubarrones que despeja la salud biológica del recurso.
Los problemas a resolver en el 2020 no estarán en alta mar sino en tierra. Por los datos que se conocen del informe que Paula Mendiondo y Juan De la Garza presentarán al Consejo Federal Pesquero la semana próxima, el langostino goza de buena salud y se espera un año similar al que pasó, que sumó desembarques declarados por casi 215 mil toneladas.
En los primeros once meses del año se exportaron 150 mil toneladas de langostino, según el informe de coyuntura elaborado por la Subsecretaría de Pesca, que todavía no actualizó la carpeta 2020 como para acceder a la parálsis de la actividad en puerto Mar del Plata.
De ese total, dos tercios, 100 mil toneladas, se vendieron como langostino entero que representaron un ingreso de divisas por 563 millones de dólares, con un valor promedio de 5663 dólares la tonelada. Las cifras representan una merma del 10,8% en volumen y del 24% en divisas. El precio tuvo una retracción del 14%.
Dos meses después de esta radiografía el tobogán no se detiene y nadie sabe dónde terminará mientras sigue creciendo la producción de camaron de cultivo y China, el principal comprador del langostino patagónico, salvaje y austral, enfrenta una crisis sanitaria por el Coronavirus que nadie sabe dónde terminará.
Para refutar esta tendencia bajista asoma otro dato que entrega la estadística. Los tangoneros congeladores pescaron 100 mil toneladas de las 215 mil descargadas el año pasado. Una cifra idéntica fue la que exportaron entre enero y noviembre, lo que lleva a pensar dos escenarios: hay demanda o resignan rentabilidad sabiendo que si se demoran en vender el precio será aún menor.
Todos estos números no están patinados con la actualización de los derechos de exportación.
Si ese impacto se traduce en el movimiento que en las últimas horas realizó el Arsos en el muelle de ultramar del puerto marplatense, la disminución de la actividad es notable. Apenas algo más de 30 contenedores subiron al buque de Maersk en su segunda escala del año. La primera fue mucho más voluminosa, el quíntuple de carga, a partir de que varias empresas habían iniciado el trámite exportador antes de la aplicación de las retenciones.
La exportación preponderante de langostino entero también refleja la tendencia que desalienta el reproceso del marisco en tierra, actividad que en las ciudades puerto de la patagonia demanda miles de puestos de trabajo y en Mar del Plata tuvo pequeñas réplicas a partir del impulso que Iberconsa aplicó en el frigorífoco Giorno.
Si el 2020 mantiene la misma abundancia de langostino será indispensable estimular el agregado de valor para generar más divisas y garantizar las fuentes laborales. Caso contrario todos estarán obligados a exportar cola en bloque para reprocesar en terceros países. Argentina pone el recurso y otros generan trabajo y mayor valor. Imposible pensar en el máximo aprovechamiento de los recuross, como señala el primer artículo de la Ley Federal de Pesca, cuando no se lo fomenta y estimula.
La estadística muestra números todavía verdes. El valor promedio de la tonelada de filet de merluza se ubica por encima de los 3 mil dólares, un par de escalones por encima de los dichos por los industriales ante el ministro Augusto Costa en el primer piso del Consorcio, antes de Navidad.
Habrá que ver los números de diciembre para comprobar el desplome que describió Solimeno aunque aún en esos valores, el 9% representa casi 300 dólares de retención cuando el costo de producción de un frigorífico en tierra es de 2800 dólares.
Las ventas de filetes de merluza tampoco se frenaron el año pasado. Las 60 mil toneladas representaron un crecimiento de casi el 15%. Claro que para eso contribuyeron mucho los buques congeladores, que pescaron casi un 10% más que el año anterior.
La crisis que atraviesan los eslabones atados al pescado fresco en la industria local no parece por ahora despabilar a las autoridades, encandiladas con una temporada de verano que mostró un poco más de visitantes durante los fines de semana de enero pero con gastos racionalizados. Cuando aflojen los brillos de la temporada, al sur de Juan B Justo florecerán ruinas.
Montenegro y Fernando Muro, secretario de la Producción, recibieron la semana pasada a referentes de la pesca como Oscar Fortunato, Fernando Rivera, Tony Solimeno, Mariano Pérez y Mariano Retrivi. Esta semana fue el turno para los industriales con personal, pero sin flota. El Intendente les pidió los cinco problemas más acuciantes y las posibles soluciones para cuando viaje a Buenos Aires la semana próxima.
Una de las alternativas planteadas a Montengro en ambas reuniones fue la de fomentar la llegada de langostino en camiones desde la patagonia. La idea se parece más a una promesa de campaña. En este nuevo contexto de caída de precios y suba de impuestos, esos incipientes pilares que mostró el reproceso de langostino en Mar del Plata parecen dinamitados. Quien apuesta a exportar valor agregado, con colas de langostino peladas y devenadas envasadas en bolsas de un kilo, pierde 2 mil dólares por tonelada.
foto: @tc2mdp