El armador costero pide no identificar al barco para no sufrir represalias. Como él, otros casos, tal vez no tan graves, pero que marcan los contratiempos que han sufrido los armadores en este período. Detrás del Covid-19 en muchos organismos del estado se esconde una absoluta falta de criterio, por no decir, ineficiencia
Prefectura Naval Argnetina impidió el ingreso de cualquier persona ajena a los organismos de control y de la tripulación de los barcos hasta ayer, cuando reelaboró una nota y se amigó con el sentido común al permitir que puedan ingresar prestadores de servicios de una industria esencial como la pesquera. Pero por 15 días los dejó afuera.
Durante el fin de semana hubo consultas a la cúpula de la fuerza desde la Cámara de la Industria Naval. Los grandes astilleros no trabajan desde el 20 de marzo, pero en vísperas de la extensión de la cuarentena algunos talleres querían saber si podían ingresar al puerto para realizar reparaciones. Allegados al Jefe, Anibal Moya, primero dieron la venia, luego se rectificaron y lo negaron. Coherencia.
Los armadores ahora deben enviar un mail a mpla@prefecturanaval.gov.ar donde tienen que adjuntar la habilitación del taller, la nómina de personal y el tiempo estimado en que durará la reparación. Al cierre de esta columna no habían contestado casi ninguna de las peticiones.
Pero hay otros problemas por estas horas en la pesca, no solo armatoriales. “Me llegan a Europa dos contenedores con besugo la próxima semana. De ninguno de los dos clientes tengo noticias”, confiesa un industrial de los chicos, sin barco, con gente en cooperativa hace más de 10 años, que vende un poco de todo, mayormente a Europa y Africa.
“El de Italia ya me había avisado que si lo puede bajar no lo puede pagar hasta fines de mayo o junio. El de España ni siquiera me dijo eso”, agrega. El empresario tiene otros en camino a Africa con corvina entera. “Hasta ahora no he tenido problemas pero todos tenemos el culo en la mano”, grafica con cierta crudeza.
Africa en realidad es Camerún, Angola y Nigeria para la pesca marplatense. Los países que compran corvina entera siempre y cuando vendan petroleo. La crisis petrolera ha reducido los precios y provocado una reacción inmediata. “Están comprando un 40% menos pero no lo notamos porque no tenemos stock. Cuando arranque la temporada de corvina no habrá muchos pedidos salvo que repunte mucho China”, anticipa.
“Me llegó un contenedor con langostino a España la semana pasada. No hubo problemas para descargarlo pero el cliente me dijo que recién me lo podrá pagar en 120 días. Si no me gusta, me lo manda de vuelta”, cuenta un colega del anterior. “Obvio que le dije que no, que esperaba, qué vas a hacer”. A la industria local hoy le toca esperar para cobrar.
“A nosotros por suerte no nos pasó de tener contenedores de vuelta ni nos han aplazado pagos. Sí nos pospusieron todas las cargas para esta semana hasta nuevo aviso”, contó otro, con negocios en Estados Unidos y Europa, principalmente.
Las historias, no por repetidas, impactan menos en la estructura comercial de un sector exportador que ya sufre el freno de ventas en Estados Unidos, todavía con stock de langostino, Europa es un templaderal por el Covid en los países más desarrollados y Brasil ha devaluado el Real un 30% en lo que va del año y mantiene barreras para arancelarias que complican el cruce de productos pesqueros.
“El mayor problema que tenemos es que los bancos cortaron la prefinanciación de exportaciones. Carpetas limpias, con crédito para tomar y luego cancelar cuando se cierra la operación de venta, todo cortado”, cuenta otro industrial, aislado por pertenecer a un grupo de riesgo. Lo poco que se vende, las entidades crediticias no lo financian como hacían antes.
Como esta pyme que emplea a casi 100 personas se cuentan por docena en el puerto. Muchas firmaron cheques con proveedores pensando en ese ingreso para cubrir el pago de materia prima, o de salarios hasta que el comprador cancela la compra. “No sé qué quieren hacer, no los entiendo.”, reflexiona pero sin esperar ninguna respuesta.
Las exportaciones pesqueras, según datos del propio INDEC, cayeron un 30% en los primeros dos meses del año. La sostiene el calamar que igual presenta una temporada con menos abundancia pero con mejores precios que el año pasado. Nadie quiere vislumbrar siquiera los números que reflejen el abismo de marzo.
“Compré barbijos porque pedían barbijos para poder trabajar. Dejamos un espacio libre en las mesas de corte para generar distancia entre los puestos de trabajo. Licenciamos al personal de más de 60 años y los que tenían enfermedades crónicas de riesgo. Un día bajé y nadie tenía el barbijo puesto”, reniega un fasonero.
El corte de pescado funcionaba a un 30% cuando se terminó de descargar el último fresquero que entró a puerto la semana pasada. Hoy ese guarismo debe ser menor y nadie sabe hasta cuándo, si es que alguna vez recupera lo perdido.
La industria pesquera es una actividad esencial según el decreto 287 que firmó Alberto y logró destrabarse, parcialmente ayer luego de acordar un protocolo sanitario de emergencia para los trabajadores marítimos.
Pero estos testimonios en primera persona de armadores, industriales, exportadores, dan cuenta de innumerables obstáculos que van más allá de los protocolos, como los que despliega Prefectura, pero también un contexto comercial y financiero muy cuesta arriba. Para qué quieren un crédito para pagar sueldos si no le venden un pescado a nadie. Si es que encuentran quien lo corte.
La pesca exporta un 95% de lo que captura y procesa. La industria es esencial desde la mano de obra que ocupa y las divisas que genera. Casi 2 mil millones el año pasado. Pero este año convive con la tormenta perfecta que hace temblar la estructura en toda la cadena.
Los armadores que salen con el interrogante de no saber quién comprará sus capturas y los industriales que no tienen a quién venderle lo que procesan. Y en el medio, un gobierno que no tira un centro, dejó afuera a la industria del plan de emergencia por haberla excluido del aislamiento social (parece que no es relevante que la flota haya estado parada 16 días y para algunos será más largo el paréntesis).
Una gestión que cosecha imagen positiva en la opinión pública pero que en lo que hace a la actividad pesquera, mira con absoluta pasividad como se sigue deteriorando la cadena laboral en la industria del fresco, que perdió más de 500 puestos de trabajo en lo que va de este año.