Transcurrieron 72 horas desde que los gremios marítimos definieran suspender las zarpadas ante la necesidad de tener un protocolo que prevenga «contagios masivos que podría generar el aglomeramiento de personas a bordo de buques pesqueros», nadie sabe exactamente cuándo se reanudará la actividad en el principal puerto pesquero del país.
Hay varias cuestiones que hacen ruido en esta historia. La primera es la firma de Darío Sócrate y Fernando Rivera, presidentes de CEPA y CaIPA respectivamente, en el documento que firmaron los gremios el lunes a la mañana y ofició como un candado para que ningún barco salga del puerto. Incluso los que ya estaban armados y habían pagado 120 mil pesos para poner hielo y 100 mil para los víveres. El combustible, a la larga o a la corta, se consume.
Circularon dos documentos: uno con la firma solo de los gremios y otro con las firmas de los dirigentes patronales. Ninguna otra cámara armadora lo rubricó y el propio Rivera salió a cuestionar la decisión unilateral de los sindicatos que ni siquiera dieron 12 horas de tolerancia para que salieran los barcos ya armados. Sabe Rivera que aparece su firma?
Los empresarios de CEPA/CaIPA, los de siempre, Solimeno y Moscuzza, en un eventual parálisis de la actividad, cuentan con cámaras llenas de merluza congelada como para hacer frente a la demanda de Semana Santa. Iberconsa también integra la cámara por Giorno pero esta abocado al langostino y sus barcos ya no pescan merluza.
El resto de las empresas, con mucho menos espalda y stocks. Otros con urgencias en salir a pescar luego de tener el barco en reparaciones como el «Florida Blanca», de Sayago.
Si es por protocolo para evitar contagios masivos y cuidar a los marineros, el propio Ministerio del Transporte, durante el fin de semana, estableció ejes de acción en caso de detectar un tripulante con síntomas compatibles con el coronavirus.
El documento de los gremios marítimos fue mucho más allá en las exigencias y pidieron hasta la intervención de Prefectura y del propio Ministerio de Salud.
«Más no podemos hacer», definía un armador ayer por la tarde cuando después de dos días de idas y vueltas, amagues e intentos frustrados de escaparle a la cuarentena, las partes unificaron un documento común, con algunas puertas abiertas.
La empresa armadora se encargará de controlar la salud de los tripulantes previo a la zarpada. Cómo lo hará, no hay detalles. Desaparece la figura del médico como propusieron algunos sectores de la patronal pero en realidad todo se resume a una declaración jurada firmada por los propios trabajadores en que auto evalúan su estado de salud, revelan si estuvieron en contacto con alguien que tuvo COVID-19 o en su entorno. exponen si en los últimos 14 días han tenido algún síntoma o alguna enfermedad incluida en las licenciadas por el decreto presidencial.
Otra pista de que esto va para largo. La encuesta que oficia de anexo al protocolo unificado consulta hechos ocurridos en los últimos 14 días. La cuarentena dispuesta por el Gobierno Nacional para la administración pública y trabajos no esenciales. El punto es que la industria pesquera es el principal motor productivo de la ciudad que emplea de manera directa a más de 10 mil personas y de manera indirecta, a otro tanto.
Mientras los tripulantes ponen reparos, en el mismo muelle los estibadores siguen descargando cajones y cajas con pescado y sin firmar ningún protocolo. Alcanzó con un médico que explicara a algunos dirigentes de las cooperativas los cuidados que había que tener y la necesidad de separar a los mayores de 60. Los estibadores también tienen otras urgencias a los marineros y oficiales. Al menos a los dirigentes que los representan. La urgencia de que si no trabajan no pueden mantener a sus familias.
No debe ser difícil aplicar el protocolo y mantener circulando la cadena productiva. Si es que verdaderamente quieren reanudar la actividad. Sumar elementos de higiene no es complicado más allá que el alcohol en gel se fue a las nubes. Disponer de un lugar de aislamiento en caso que el tripulantes presente síntomas, queda a criterio según la capacidad de cada barco. Para lo demás ya tiene que intervenir Consorcio y Prefectura en casos de emergencia. Algo habitual para ambos sectores aunque nunca participaron de la ronda de reuniones que se sumaron en los últimos 3 días.
A esta altura queda en claro que los sindicatos mantienen abierto el paraguas y cerrado el manual de la buena voluntad. Da la sensación que los gremios no están muy apurados en volver a pescar. Si es una preocupación verdadera por la integridad de sus tripulantes o responden a intereses puntuales de algunos sectores de la actividad pesquera, es difícil confirmarlo. Pueden ser las dos cosas, claro.
Porque incluso propios dirigentes sindicales así lo expresan en audios enviados a armadores. «No movemos hasta el 31 de marzo; no hay salida de buques de ningún puerto», se escucha en un mensaje que circula en grupos de whatsapp de empresarios.
Por qué no se hacen cargo de esa posición y actúan en consecuencia?. Sería un mensaje más claro ante sus propios afiliados, los que buscan proteger con el protocolo. Los tripulantes siguen de cerca las negociaciones y se esperanzan con cualquier paso adelante porque saben que si no salen a pescar, lo que queda es cobrar básicos y francos.
Los referentes sindicales por ahora se hacen los desentendidos y juegan al protocolo, documento que al cierre de esta edición no tenía garantizado fecha de rúbrica pero sí lugar: CABA.
Otra muestra del sin sentido que invita a pensar en cosas extrañas. La flota está parada, se siente el desabastecimiento en algunos frigoríficos y toda la comitiva de gremios y patrones tiene que viajar 400 km como peregrinos en lugar de que venga alguien a firmarlo a Mar del Plata.
Si ese documento encierra la concordia entre armadores y gremios marítimos, no alcanza con un compromiso oficial para que todos los tripulantes que estén sanos, en condiciones y sin síntomas, puedan reanudar la operatoria que garantiza a su vez la continuidad laboral de miles de obreros? Parece que ni consiguiendo la firma del Papa Francisco ese protocolo liberará a la flota del muelle.
En tren de especular, algunos iban más allá de lo meramente comercial y sospechaban de un vuelto del SIMAPE a Fernanda Raverta. La historia es que la actual Ministra de Desarrollo Social habría prometido uno o varios cargos como compensación al apoyo recibido en las últimas elecciones. Esa designación estaría demorada y el gremio estaría mostrando lo que es capaz de hacer cuando lo pasan como alambre caído.
«Fernanda no tomó ningún compromiso con nadie durante la campaña», refutó Gabriel Felizia. El aspirante a presidir el Consorcio sigue deshojando la margarita. El 25 de marzo Axel presentaría la Ley de Puertos y las flamantes designaciones en los puertos bonaerenses.
La cuarentena parece dominarlo, demorarlo y retenerlo todo. En la industria pesquera tendrá consecuencias difíciles de mensurar pero algunos sectores empresarios están mucho mejor preparados que otros, o los afecta de manera distinta o tienen otras herramientas para enfrentar la crisis.