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Crisis laboral

Estallidos silenciosos

diciembre 20, 2018 by Roberto Garrone

Estallidos silenciosos

Los números generales de los desembarques de la pesca nacional disimulan la tragedia laboral que acontece en el puerto marplatense.

El bloqueo que en las últimas horas los estibadores eventuales del Centro de Contrataciones aplicaron sobre las Terminales 2 y 3 tiene que ver con la precariedad que sigue reinando en los muelles pese a las promesas acumuladas de Merlini, el propio Sindicato que debería representarlos y el Ministerio de Trabajo.

Pero, fundamentalmente, también con el desplome de las  descargas de cajones con pescado fresco. La malaria en la flota fresquera genera cientos de brazos caídos que buscan reactivarse con la flota congeladora.

Ese pase de fresco a congelado afecta a los eventuales, mano de obra disponible cuando se necesita fuerza adicional en bodega. El corte de esta semana no es por el presente sino por el futuro. Se viene la zafra de calamar el mes que viene y creen que con la subcontratación entre cooperativas exterminan sus chances de hacer una buena zafra.

Si el trabajo sobrara, nadie se acordaría de la precarización ni de la falta de aportes o la flojedad de papeles de las cooperativas. Ni siquiera de los subsidios, que el Secretario General del SUPA sigue aguardando como al mesías.

Las cifras confunden. El puerto marplatense se mantiene en la cima de las descargas pesqueras pero irradia pobreza para miles de trabajadores. La estiba y los de tierra, incapaces de poder darle valor a ese calamar que de la bodega de los poteros llena contenedores y se exporta sin siquiera salir del puerto o al langostino que reparte bonanza y prosperidad a cientos de millas de distancia, pero que maquilla los números para no hacerlos más estrepitosos.

Hasta octubre las descargas en todos los puertos contabilizaron 676 mil toneladas, apenas un 0,8% más en relación a los primeros diez meses del año pasado. Un porcentaje  plagado de matices que al descubrirlos asoman luces y sombras de acuerdo a donde irradió el langostino.

Mar del Plata recibió casi 40 mil toneladas menos y sumó 277 mil toneladas. Lo que en la foto general es una suba incipiente, en la terminal marítima local es una merma de dos cifras que continúa la línea descendente que comenzó a dibujarse desde que explotó el marisco patagónico.

Hace 3 años Mar del Plata recibía entre enero y septiembre 358 mil toneladas.  Falta la merluza que ya no pescan los buques fresqueros que cambiaron la hubbsi por el marisco como especie objetivo.

Así lo muestra la estadística oficial: Bajó un 44% la del sector Norte, un 4,8% la principal del Sur y casi la mitad de la zona común del frente marítimo con Uruguay. En total hubo 27 mil toneladas menos de merluza en todos los puertos.

El corrimiento de flota al sur impacta en otros recursos del variado costero como la corvina y la pescadilla. Medidas restrictivas provocan una disminución en la captura de rayas  y demás condrictios. El desinterés por su captura desplomó las descargas de caballa y la anchoíta para la agonía de las fábricas conserveras.

La reducción sostenida de pescado fresco en Mar del Plata dinamitó el servicio de estiba como quedó en evidencia esta semana, con la yapa de la grieta entre la conducción del  SUPA y los eventuales de la mano de la CTA y a la industria del procesamiento.

Mientras los eventuales bloqueaban el puerto, en la sede del SOIP sus dirigentes separaban alimentos no perecederos para llenar bolsas de consorcio. El reparto es un tanto subjetivo. El delegado de Solimeno mandó mensaje por whatsapp a sus compañeros para avisarles que pasen a buscarla por el gremio. Si hay obreros que no la necesitan, son los de Tony.

Salvo algunas excepciones las fábricas regalaron bajos salarios cuando no, el goteo sostenido de obreros a la calle. O abrió la canilla como ocurrió con la caída de Loba Pesquera, que despidió a casi 200 trabajadores cuando se presentó en concurso preventivo de acreedores a mitad de año.

El tiempo pasó y las historias de los 50 obreros efectivos que habían tomado la planta de Loba en reclamo por el pago de la indemnización quedó en el olvido. Cinco meses después ninguno de ellos cobró nada. Ni siquiera el 50% porque la empresa los despidió en los términos del Artículo 247 de la Ley de Contrato de Trabajo para pagarle la mitad.

Ya no toman la planta. Se rindieron. Pasaron las elecciones sindicales y la lucha se apagó como se extingue una brasa en la tempestad.  Nada estalló ni se rompió. Solo sus sueños de más de 30 años trabajando para Loba Pesquera. Algunos se insertaron en una cooperativa y hacen changas con Los Rodríguez, otros abren zanjas, pintan muros, manejan un remise ilegal, venden huevos o juntan cartones.

En los últimos 15 años el puerto atravesó muchos momentos de tensión en los que el estallido social parecía inevitable. Bloqueos a los accesos de la terminal portuaria, paros de más de 100 días por protestas sindicales, o el garantizado eterno a los que los somete el cambio de modelo pesquero signado por el desabastecimiento de pescado fresco. Nada provoca el estallido. A fuerza de incertidumbre la industria se amolda a la realidad como una plastilina. Cuando hay pescado, delantal y botas blancas. Cuando falta, podador o cartonero. Como las escolleras o la Draga Mendoza, la resignación  forma parte del paisaje portuario.

La pesca estalla en explosiones a pequeña escala,  familiares y silenciosas. Pero no por eso, menos catastrófica.

Filed Under: Coyuntura, Pesca Tagged With: Crisis laboral, estibadores, fileteros, Loba Pesquera, merluza

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El desafío de pasar el invierno

julio 5, 2018 by Roberto Garrone

El desafío de pasar el invierno

Los desembarques pesqueros del mes pasado en puerto Mar del Plata no llegan a las 14 mil toneladas. La cifra es la más baja del primer semestre, superando en inactividad al mes de enero, el cual siempre arrastra demoras en poner en marcha la flota luego de las fiestas de fin de año.

Parte del fenómeno lo explica la migración masiva de buques fresqueros a participar de la zafra del langostino. Son unos setenta barcos –nunca hubo una lista definitiva, quizás para no potenciar las luces de alarma que se encendían en los muelles locales, pero buques que mostraban una operatividad regular en esto de entregar merluza fresca a plaza.

En junio del año pasado los desembarques en Mar del Plata rozaron las 30 mil toneladas y la flota potera, como el mes pasado, entregó las últimas toneladas de una zafra abundante pero que mejoró los números del primer cuatrimestre.

La reducción del 50% en los desembarques del comparativo de junio lo explica la merluza, o su falta, a partir de una flota con cupo y con problemas para ir a pescarla. La mejora en el reintegro a la exportación de filet procesado en tierra, el envión del precio internacional de la tonelada interfoliada que superó los 3 dólares el kilo  ni la devaluación del 40% del peso en tres meses parecen alcanzar como inventivos para que la flota la capture y los frigoríficos la procesen.

La falta de merluza impacta en tierra. La Cámara de Frigoríficos Exportadores (Cafrexport) agrupa a empresas que no tienen buques, es decir, compran pescado en muelle. Su presidente, Fernando Mellino, reconoció que en junio en su frigorífico, “27 de Noviembre”, trabajaron un 70% menos que en el mismo mes del año pasado. Los días en que hubo pescado en las mesadas se cuentan con los dedos de una mano.

Esta semana Loba Pesquera dejó más de 200 trabajadores en la calle, entre efectivos de su frigorífico, la PyME “Coronado”, los tripulantes del pesquero “Sirius” y los fileteros desperdigados en distintas fasoneras con distinto grado de precarización.

Lo de Loba fue la crónica de una muerte anunciada que comenzó a escribirse hace más de dos años cuando se cerró la canilla de la subdeclaración de merluza y el barco no alcanzaba para alimentar a todas las plantas satélites hambrientas del pescado negro.

Pero Loba no será la última de la lista en este invierno. Hay otros 88 trabajadores en INSER que esperan desde hace un mes dentro del frigorífico que Fabian Otero y Juan de Rosa les entreguen langostino para reprocesar. Otros puestos laborales que penden de un hilo.

Junio fue el primer mes en sentir la ausencia de la flota fresquera que sostenía lo poco que queda de la industria del fresco en Mar del Plata. Las 14 mil toneladas descargadas el mes pasado, que no todo es fresco, genera salarios de garantía que no les sirve a nadie. Ni a la empresa y mucho menos al trabajador.

Y esto recién comienza. La temporada de langostino se prolongará hasta octubre cuanto menos. El mal tiempo y dirigentes que reclaman lo que no está firmado en las Actas han contribuido a un inicio de zafra con altibajos pero de la que nadie piensa bajarse. ¿Cuántos podrán pasar el invierno?.

La semana que viene, si no hay cambio de agenda, el presidente Macri volverá a reunirse con las cámaras empresarias de la pesca. No pueden esperarse muchos cambios para el circuito fresco que hoy brilla por su ausencia en las calles del barrio puerto. Es el mismo Macri que designó a Oscar Fortunato como su representante en el Consejo Federal Pesquero.

Mientras los trabajadores quedan desocupados con cartas documentos que anticipan el pago del 50% de la indemnización aludiendo problemas externos, aunque se saltearon el procedimiento preventivo de crisis, tal el caso de Loba Pesquera, ninguna autoridad asoma ya ni preocupada por contener el estallido que se viene.

Siempre lo urgente se tapa con subsidios y las listas de beneficiarios ya la confeccionan en el sindicato de estibadores y de obreros del pescado. Así lo resolvieron en el epílogo del año pasado. Y a falta de otras alternativas capaces de torcer la ecuación y mejorar la actividad en la pesca marplatense que languidece, lo único que se les ocurre son subsidios.

El subsidio del año pasado para los estibadores lo cobró la Federación de Cooperativas de Actividades Portuarias y Afines en noviembre. Los más de 200 beneficiarios comenzaron a cobrarlos a fin de este verano. Cualquiera se tienta con LEBACS pagando tasas del 30% anual.

Foto: Revista Puerto

 

 

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