Con los primeros lances de pesca en las dos subáreas habilitadas para la prospección comercial de langostino, al norte del paralelo 42°S y al oeste del meridiano 60°W, por sobre el área de veda permanente de merluza, la zafra de langostino comienza a calentar motores.
Ha sido un comienzo muy tibio puesto que hubo lances exitosos sólo en el área más alejada del continente. En la más próxima, la del oeste, las capturas fueron muy pobres, casi inexistentes.
Pero las incógnitas en la principal pesquería del caladero nacional, como pasa desde hace cinco años, no se generan desde lo biológico, donde el marisco exhibe cierta regularidad en la biomasa disponible para ser pescada y desembarques por encima de las 180 mil toneladas en los últimos 3 años. Una década atrás, en 2010, las descargas declaradas fueron de 70 mil toneladas.
Los mayores interrogantes que preocupan a los actores de la pesquería están lejos del agua; del otro lado del mostrador y del mundo, pero que repercutirán en la temporada de aguas nacionales.
Hasta dónde se seguirá hundiendo el langostino entero, que tuvo una fuerte reducción el año pasado con una caída del 15% en su valor y arrancó el año con pérdidas de 600 dólares por tonelada y perforó el piso de 5 dólares por kilo. El año pasado se exportaron 100 mil toneladas de este producto. No parece poder repetirse este año, aunque las empresas intentarán pescarlo.
Ahora los tangoneros piden reprocesar un 50% de cola a bordo cuando se abra aguas nacionales. Siempre tuvieron el 10% y nunca lo usaron. Luego se amplió al 30% cuando Bosch y Fortunato se llevaron puesto el plan de manejo para dejar entrar al “José Américo”, y tampoco lo necesitaron porque sus clientes seguían demandando un producto entero y eso hacían.
Esta temporada podrían probar con cumplir ese tope del 30% y ver cómo reacciona el mercado con una mayor oferta. A ver hasta dónde baja todo lo que cola y sus variedades, digo.
Hay otras preguntas para las que es difícil encontrar una respuesta certera. Quién en este mundo bajo la pandemia del covid-19 esta en condiciones o con mercado para comprar un producto salvaje y austral, pero de consumo exclusivo en circuitos comerciales hoy en puntos suspensivos por el virus en todos los continentes.
En un contexto sombrío hay actores que distinguen señales, tenues luces en medio de la noche. El langostino reprocesado en tierra, es decir, la cola en todos sus subproductos, no han resignado tanto de precio y despierta la ilusión de los armadores e industriales de poder encontrar una hendija por donde vender las capturas que se generen en la temporada 2020.
De la prospección en curso participan 8 buques tangoneros congeladores y 4 barcos fresqueros de altura de Mar del Plata. En realidad son 7 tangoneros porque el María Liliana, de Moscuzza, no superó la inspección extraordinaria y hasta ayer todavía estaba amarrado en Mar del Plata. Pototo apostó por el José Américo y tenía al sorteado con más pendientes que el Harengus de Baldino.
Los fresqueros descargarán el langostino en el puerto local. Incluso el “Gurises” y “Mar del Chubut”. Saverio Romano y Juan Di Costanzo, los armadores de estos dos últimos barcos, cambiaron de opinión en las últimas horas.
Y no creo que haya sido por la decisión de la autoridad portuaria de Puerto Madryn de no permitir el ingreso de barcos fresqueros marplatenses para que descarguen langostino que no se procesaría en Chubut por cuestiones sanitarias. Ambos armadores tenían casi acordada la venta con Cabo Vírgenes y Greciamar, dos plantas provinciales.
El anuncio de Osvaldo Sala pareció fuego de artificio aunque no se distingue si solo fue política barata. El funcionario provincial sabe que prohibir que transite una materia prima pescada en aguas nacionales, perecedera y exceptuada al decreto que estableció el aislamiento social obligatorio, es anticonstitucional. Para despejar toda duda, hasta Liberman aclaró que no había que tomarlo en serio
En los últimos años la flota fresquera marplatense encontró en las fábricas de la patagonia una demanda creciente de materia prima para mantener ocupados a sus trabajadores. Era ganancia para todos. Los armadores encontraban buenos precios y ahorro de combustible al descargar en Camarones o Madryn. El langostino que llegó para reprocesarse en Mar del Plata lo hizo en camión y fue más bien escaso en comparación a todo lo descargado en el sur.
Algunos interrogantes de la temporada 2020 en aguas nacionales también brotan en las costas de este lado del océano. Porque hoy la situación en las plantas de la patagonia es otra, y tal vez el mensaje de Sala sea un presagio de las dificultades que tendrán los armadores ya no para descargar sino para vender un producto que allá tienen para hacer dulce por el stock que dejó la zafra provincial y las ventas caídas cuando el covid se transformó en una pandemia.
Esto ha hecho que la demanda de marisco fresco se haya apagado. La temporada de Rawson terminó casi un mes antes porque se descontinuaron las buenas capturas pero sobre todo porque se enfriaron las ventas de quienes le compraban el producto. Y eso no ha cambiado. Se ha recrudecido en las últimas semanas.
Y otro dato complica. El virus tan lejano que primero frenó las ventas en China y Europa, ahora piso el pedal de la producción. Con la emergencia sanitaria las fábricas de Rawson y Madryn están operando como las de Mar del Plata, con reducción de personal y respetando distancias entre operarios. En Chubut sostienen que esa mano de obra alcanzará para los barcos que operan desde los puertos de la provincia.
Junio -se cree que aguas nacionales abrirá para esa época- es casi una lejanía pero no asoma como posible que se repita una temporada como la del año pasado, donde cayó un 10% el volumen de las exportaciones de langostino y el precio promedio, en relación al 2018. Se salvó de la caída lo que se exportó como cola en bloque, pelado y devenado.
Ese valor se podría mantener, o aumentar incluso, en este tiempo de pandemia creen algunos industriales. El virus ha hecho flaquear las producciones de Vanamei en Ecuador e India, los mayores centros de producción mundial. En este escenario el producto de cultivo ya anotó subas en su valor. Desde este lado los gerentes de ventas de las empresas exportadoras miran las pizarras y se entusiasman con un movimiento parecido para la cola de langostino.
El año pasado se exportaron casi 60 mil toneladas de cola en sus diferentes versiones, buena parte, en bloque con mínimo reproceso. Los que imaginan un escenaro favorable piensan que en un par de meses China terminaría de dejar atrás el virus y el verano en Europa ya habría achatado la curva de contagios y comenzaría a funcionar con ciertas flexibilidades para bares y restaurantes.
Sin la demanda en la patagonia, la flota fresquera deberá mirar hacia Mar del Plata donde habrá interés de varios frigoríficos por el marisco. Esto podría ayudar a mantener el precio en el orden de los 2 dólares el kilo y cierta continuidad en la actividad de faena. Siempre y cuando los manden a pescar donde haya recurso. Todavía resuenan las quejas por lo del año pasado.
En este complejo paisaje, la incertidumbre que genera el langostino hace que otros armadores evalúen esquivarlo este año y dedicarse a recursos olvidados, como la anchoita y el magrú. Veremos cuando llegue el momento si arman las redes de media agua.
Las especies pelágicas, aseguran, tienen una inusitada demanda desde España, donde agotaron stock por la ola de ventas antes y durante la cuarentena. Acá se repitió un fenómeno parecido y Pesquera Veraz duplicó las ventas de latas en el primer trimestre. El resto de las conserveras no tenía mucho stock para aumentar la producción.
El costo adicional para la flota sería la estiba (no la pagan cuando venden a plantas de Chubut) y el flete hasta acá. En este contexto, el mal menor de los armadores para los industriales locales sería una oportunidad casi que caída del cielo para mantener activos los obreros del pescado descabezando langostino y sumándole valor agregado.